La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) espera que este año las economías de América Latina crezcan un 1,1%, su nivel más bajo en cinco años, precisamente por una caída en la inversión. En cambio, para 2015, se espera una leve recuperación que se traduce en un crecimiento del 2,2%. Un crecimiento […]
Dirigentes Digital
| 08 dic 2014
La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) espera que este año las economías de América Latina crezcan un 1,1%, su nivel más bajo en cinco años, precisamente por una caída en la inversión. En cambio, para 2015, se espera una leve recuperación que se traduce en un crecimiento del 2,2%. Un crecimiento que se producirá en el contexto de una lenta recuperación de la economía mundial. Sin embargo, estas cifras se podrían mejorar con una apuesta decisiva por la innovación.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la inversión latinoamericana en I+D llegó al 0,78% del PIB en el año 2011, todavía lejos del 2,8% de Estados Unidos, el 3,7% de Corea del Sur o el 4,3% de Israel. El presidente del BID, Luis Alberto Moreno, asegura que la innovación puede frenar la desaceleración económica que amenaza la región al tiempo que respalda el impulso de su creciente clase media.
Algunos ejemplos de este impulso tecnológico lo vemos en países como Ecuador, con su proyecto Yachay de ciudad inteligente, Panamá, a través del desarrollo de su Ciudad del Saber, Uruguay, donde el 84% de su electricidad procede de fuentes alternativas de energía o la aplicación de técnicas I+D en la producción agrícola de Brasil y Argentina.
Educación, punto de partida
Para contribuir a este impulso de la educación, el presidente del BID habla de la combinación de tres factores: financiación, conexión entre emprendedores y educación. Recientemente, el experto en educación latinoamericana, Gabriel Sánchez Zinny, ha presentado en Nueva York su libro "Educación 3.0: la lucha por el talento en América Latina" donde habla de los desafíos de la zona.
Sánchez Zinny critica el modelo latinoamericano por basarse en un sistema de aprendizaje y evaluación igualitario, demasiado dependiente del gobierno. Los tres grandes desafíos a los que se enfrenta la región son la ausencia de innovación en el sistema educativo, el todavía limitado acceso a la educación y la desconexión que existe entre el mundo educativo y el mundo laboral, que exige cada vez más perfiles técnicos. La buena noticia es que el gasto educativo en la región, entre el 4% y el 6%, es equiparable al de muchos países en la OCDE. El problema se encuentra en donde se invierte ese dinero, que no siempre repercute en la mejora real de la calidad educativa.
Para contribuir a esta mejora, Sánchez Zinny apuesta por la creación de un "ecosistema de innovación", para conseguirlo, América Latina se enfrenta a cinco retos: ampliar el diálogo educativo, muy centrado en el gobierno y los sindicatos, implicando otros sectores (estudiantes, empresas, inversores); buscar una nueva relación entre el sector privado y el gobierno que se traduzca, por ejemplo, en mejorar la evaluación de los profesores e instituciones tanto públicas como privadas; aumentar la conectividad, cuya ausencia fomenta la desigualdad en la región; escalar pequeñas acciones, pues actualmente es difícil encontrar capital privado o filantrópico que se oriente al sistema educativo, demasiado dependiente de los fondos gubernamentales; y buscar otras maneras de acreditación que se salgan de los canales públicos.