El mercado inmobiliario fue el origen de la crisis financiera de 2008. El sector financiero dio entrada a personas con serias dificultades para afrontar los préstamos con los que adquirieron su vivienda gestándose las hipotecas subprime. Fueron la primera ficha del dominó que derrumbó el sistema financiero estadounidense y colapsó el mercado inmobiliario. De ahí la preocupación de los inversores ante la recuperación del sector. Los precios no pararon de caer hasta 2012, en algunas ciudades como Las Vegas y Phoenix acumularon un ajuste del 50%.
Cuatro años después, el precio medio de la vivienda acumula una revalorización del 19%, situándose cerca de los niveles pre crisis, según los principales indicadores económicos del país. La heterogeneidad del mercado estadounidense hace que algunas de las principales grandes hayan superado ampliamente esos niveles como San Francisco, Florida o Miami. Según el consenso del mercado se espera que en líneas generales los precios sigan creciendo debido a la mejora económica y al aumento de salarios. Pero algunos cuestionan si en algunas zonas se está gestando una nueva burbuja.
Los expertos del servicio de estudios de BBVA, BBVA Research, Filip Blazheski y Kan Chen analizan en un reciente informe si hay riesgo de que los precios se estén calentando. Los analistas creen que hay tres factores diferenciales respecto a la anterior burbuja. Por un lado, señalan que las condiciones crediticias son más sostenibles que en el anterior periodo, "hay una limitación en el número de nuevos participantes del mercado que fue una de las razones por las que los precios se inflaron tanto en la primera mitad de la década de 2000". Por otro, el actual periodo está caracterizado por una contracción o estancamiento de la deuda hipotecaria neta, frente al aumento del 15% anual que marcó los años previos al crack financiero. "Estas diferencias rebaten las preocupaciones por la posibilidad de que estemos en medio de otra burbuja inmobiliaria nacional", explican.