Los expertos de Fidelity tienen claro que la mentalidad del inversor influye, y mucho, en las rentabilidades finales obtenidas. Por eso, consideran que "adoptando la mentalidad correcta, es decir, aceptando la volatilidad como un elemento más de las inversiones, los inversores pueden prepararse para ver las cosas cerebralmente y seguir centrados en sus objetivos de inversión a largo plazo".
Fue Benjamin Graham, creador del Value Investing, quien más insistió en esta realidad de la operativa en los mercados financieros, que va más allá de los análisis técnicos y fundamentales: "El mayor enemigo del inversor es él mismo". Y ante esta perspectiva, conviene detectar las llamadas Finanzas del Comportamiento para aprovecharlas en beneficio propio.
Según un reciente estudio elaborado por Credit Suisse y la Universidad de Zurich, "los errores típicos de un inversor no son financieros sino psicológicos". Y por eso es tan importante detectar el factor humano del mercado para evitar caer en la trampa.
Se trata de una tarea complicada, debido en parte al carácter cortoplacista que domina al inversor español. Según el último Barómetro de Schroders, un 58% de los ahorradores prioriza las inversiones más a corto plazo, de uno a dos años. Algo que, tal y como indican desde la firma, ha dificultado también el poder solucionar la principal preocupación financiera cuando se piensa en la jubilación. De hecho, al 19% de los españoles encuestados no les preocupa en absoluto la jubilación, mientras que al 16% les preocupa no haber invertido en los productos adecuados para satisfacer sus necesidades financieras durante cierto periodo.
Es la notable diferencia entre institucionales y minoristas, estos últimos los que más peso tienen en el mercado nacional. En un reciente informe, los analistas de JP Morgan Am explicaban cómo "las instituciones suelen aplicar una sólida disciplina de inversión con objetivos establecidos, lo que les ayuda a evitar las trampas emocionales a las que se enfrentan los inversores minoristas, como inversiones a destiempo o fuertes desequilibrios en una cartera".
Por eso, recuerdan la importancia de invertir a largo plazo y en una cartera equilibrada para alcanzar los objetivos de inversión sin tener presentes a cada momento los sobresaltos puntuales. "Los inversores capaces de superar las actitudes que distorsionan sus decisiones pueden ser capaces de mejorar la rentabilidad de la cartera beneficiándose de las rentabilidades de la renta variable previstas a largo plazo", insisten.
En su último informe de perspectivas trimestrales explican que la volatilidad en la inversión es inevitable, tal y como se ha visto en los últimos meses. Y a medida que el mundo trata de seguir avanzando desde las políticas extraordinarias de los últimos años, parece que vuelve a estar al alza nuevamente. "Las rentabilidades totales de una cartera diversificada pueden llegar a ser satisfactorias en los próximos años, pero los inversores deberían estar preparados, y también sus inversiones, para un futuro más turbulento", advierten. La clave de todo estará en ser selectivos y aguantar la marejada eliminando los bruscos movimientos que pueden provocar la estrategia errónea de "seguir al mercado".
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