«Puede que la Fed sepa algo que nosotros no…»

Durante las seis primeras semanas de 2016, la renta variable global perdió cerca de 9 billones de dólares de su valor, a vueltas con la desaceleración de China, el hundimiento del petróleo y el temor a una recesión en Estados Unidos, ante el impacto de estos shocks externos y de la primera subida de tipos en casi una década. El pánico se instaló en los mercados y la inestabilidad alcanzó cotas que recordaron a muchos los duros momentos de la crisis de 2008.

Pero, poco a poco, y de la mano, una vez más de las autoridades monetarias, las ‘aguas han vuelto a su cauce’. Inversores y gestores mantienen cierto recelo, es cierto, pero confían en el compromiso de los dirigentes del gigante asiático con evitar el peor escenario, así como en los nuevos estímulos anunciados por el Banco Central Europeo (BCE) y que se esperan del Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés). También el crudo se ha estabilizado con la vista puesta en un acercamiento de las posiciones OPEP y ‘no OPEP’. Y ahora, la Reserva Federal (Fed) ha ‘hecho su parte’.

No sólo ha mantenido los tipos de interés, sino que ha rebajado las posibles subidas de este año de cuatro a dos, y también las previsiones de crecimiento e inflación. Al mismo tiempo, ha señalado que "la actividad económica de Estados Unidos se ha expandido a un ritmo moderado a pesar de los acontecimientos económicos y financieros globales de los últimos meses", que "siguen planteando riesgos".

‘Una de cal y otra de arena’. Así, el mensaje principal para Álvaro Sanmartín, economista jefe y asesor del Alinea Global en MCH IS, es que "la Fed quiere cuidar la recuperación americana y garantizar también que la inflación sube lo suficientemente rápido hasta el 2%". En su opinión, esto es una "muy buena noticia" para el crecimiento global, "también para los emergentes", y que debería disipar "los tantas veces exagerados riesgos de deflación".

Desde el punto de vista de los mercados, "debería ser positivo para los activos de riesgo, tanto Bolsa como spreads de crédito, y debería reducir las presiones apreciatorias sobre el dólar". Ahora bien, "aunque quizás esto tarde más en materializarse, lo que ha hecho la Fed debería acabar suponiendo también una subida de los tipos a largo plazo, en la medida en que como se ha indicado hablamos de mejoras en el escenario de crecimiento y también en el de inflación (…) cuidado con las posiciones largas en bonos públicos a largo plazo porque podrían generar sorpresas negativas en los próximos meses".

Por su parte, el Departamento de Análisis de Bankinter, quienes no extraen "ninguna conclusión ni comentario que merezca la pena destacar de una rueda de prensa que ha sido más aburrida de lo habitual", la autoridad monetaria de Estados Unidos irá revisando más a la baja sus expectativos de tipos en las siguientes reuniones, y también las de PIB, "tal vez hasta el entorno del 2,0%, que es lo que, nosotros estimamos que crecerá este año".

En su opinión, lo transmitido por la Fed "permite esperar un dólar más débil (por diferencial futuro de tipos), un contexto algo mejor para Bolsas y unos bonos americanos también algo mejor valorados".

Para Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank, teniendo en cuenta que los últimos datos ha sido mucho mejores de lo esperado, "puede que ellos sepan algo que nosotros no, lo que es bastante improbable, o que un ‘billete verde’ a la baja sea de nuevo la principal herramienta de política" del banco central. Asimismo, considera que el hecho de que la autoridad monetaria no infunda ninguna confianza sobre la trayectoria futura de la economía "hará sufrir a los activos de riesgo".

Mientras, Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac, cree que "la Fed está en apuros, puesto que no dispone de una política monetaria óptima. La inflación subyacente en Estados Unidos y los niveles de desempleo normalmente deberían llevar a Yellen a seguir aplicando medidas de ajuste. Pero no estamos en un momento normal: la economía está empezando a mostrar indicios de ralentización, continúa poco endeudada, debilitada, concretamente a causa de la fortaleza de su moneda y la debilidad de China, y las presiones deflacionistas a escala mundial siguen siendo acuciantes. Los mercados podrían volver a encontrar cierto consuelo en su postura acomodaticia, pero deberían abrir los ojos a la realidad económica que se esconde tras estas medidas".

Finalmente, Capital Economics insiste en que el ritmo de aumento de la inflación, contra la reducción de los riesgos globales, obligarán a Yellen a "reanudar las subidas de los tipos de interés en junio. A partir de entonces, una marcada aceleración de los precios, obligará a la Fed a elevarlos mucho más rápido de lo que se espera". Su estimación pasa porque cierren el año en el rango del 1%-1,25% y el próximo en el 2,25%-2,50%. 

hemeroteca

Add a comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *