Cerca de 70 millones de personas han salido de la pobreza en América Latina gracias al crecimiento económico de la última década, pero aun así el 12% de la población continúa en situación de pobreza crítica. La pobreza crónica, que constituye una condición permanente de pobreza, a lo largo de un ciclo de vida, y […]
Dirigentes Digital
| 10 mar 2015
Cerca de 70 millones de personas han salido de la pobreza en América Latina gracias al crecimiento económico de la última década, pero aun así el 12% de la población continúa en situación de pobreza crítica.
La pobreza crónica, que constituye una condición permanente de pobreza, a lo largo de un ciclo de vida, y generalmente se transmite generacionalmente, se redujo desde el 44,9 % en 2004 hasta el 25,7 % en 2012, de acuerdo a las cifras del estudio "Los Olvidados: Pobreza crónica en América Latina y el Caribe", de Renos Vakis, Jamele Rigolini y Leonardo Lucchetti.
Vakis explicó durante la presentación de este informe en Lima que "el crecimiento económico (que ha experimentado la región) quizás no es suficiente" para reducir la pobreza crónica, pues existen otros factores que influyen, como el difícil acceso a los servicios públicos y un contexto desfavorable. Por tanto, para acabar con esta situación sería necesario que los gobiernos implementasen mejor los programas sociales para ayudar a los cerca de 130 millones de latinoamericanos que continúan subsistiendo con el equivalente a 4 dólares diarios, pese al crecimiento de la región durante la última década.
Según el estudio, aunque el gasto social ha despegado en la mayoría de los países de la región desde el año 2000, muchas veces los programas, las instituciones y los ministerios no se coordinan entre sí y por lo tanto su eficacia es limitada.
En la presentación de este análisis, el Banco Mundial advirtió además que la situación de estas personas se vuelve aun más precaria ahora que el crecimiento medio regional bajó del 6% registrado en 2010 hasta el 0,8% en el 2014. Además, esta situación no se vive únicamente en las áreas rurales de Latinoamérica, sino que hay zonas urbanas de Chile, Brasil, México, Colombia y República Dominicana que tuvieron un mayor índice de pobreza crónica que otros territorios rurales.
Nicaragua, Honduras y Guatemala son los países que presentan la mayor tasa de pobreza crónica, muy por encima de 21% regional. Al otro extremo se encuentran Uruguay, Argentina y Chile.
Jamele Rigolini, uno de los autores del estudio, afirmó durante la presentación, que el documento no busca dar recomendaciones específicas a los gobiernos, sino mostrarles las áreas claves, como la necesidad de lograr un balance entre la ayuda directa a los pobres o la ayuda a su entorno e incluir el aspecto emocional en los programas sociales.
Ana Revenga, directora para Pobreza del Banco Mundial, dijo que además de concentrarse en el acceso a los servicios básicos y a buenos empleos, las políticas públicas "deben tener en cuenta también las barreras reales aspiracionales y sociales que enfrentan los pobres crónicos".
Jamele Rigolini llamó la atención sobre el "estado mental de abatimiento" de los hogares que viven en condiciones desfavorables y que no tienen figuras que los puedan inspirar a salir de esa situación. Por lo tanto, en el diseño de las políticas públicas es necesario incluir estrategias para revertir las aspiraciones deprimidas de los pobres crónicos y tomar en cuenta su estado mental, como la incorporación de psicólogos en el tratamiento de enfermedades que afectan a este sector de la población.
Rigolini mencionó que un 43 % de pacientes de tuberculosis en Perú (enfermedad que afecta a pobres crónicos) son propensos a abandonar el tratamiento si se encuentran deprimidos, lo cual requiere un apoyo psicológico especial. En las comunidades beneficiadas con la intervención del psicólogo, la tasa de culminación del tratamiento se incrementó a casi el doble, anota el informe.
Asimismo, Rigolini dijo que en "casi todos los países, los niños de hogares en pobreza crónica tiene más alta probabilidad de no culminar su educación a tiempo", lo cual incide en la transmisión intergeneracional de la pobreza.
A nivel del Ejecutivo, es necesario otorgar recursos suficientes y adecuados a los ministerios y programas, se debe nombrar personal técnicamente competente y blindado contra las presiones políticas para trabajar en los programas y hay que cerciorarse de que los ministerios trabajen de manera concertada, ha señalado, por su parte, el Banco Mundial.