La memoria de Alemania no olvida que la inflación destrozó el país después de la I Guerra Mundial. Los libros de historia explican que una de las causas del ascenso del nazismo fue la hiperinflación y la desbocada deuda alemana. Alemania sabe mejor que nadie lo que supone precios desbocados, una inestabilidad política y social sin control.
Las razones que motivan el enfrentamiento de los halcones del Bundesbank contra las políticas de Mario Draghi orbitan alrededor de esta idea y del pánico a la inflación, pese a que el actual escenario económico apunte más a la deflación. Pero el presidente del BCE parece que tiene decido anunciar a principio de año el programa de compra de deuda pública, al estilo Quantitative Easing de la Reserva Federal, para inundar de liquidez el mercado y estimular la anémica economía europea. El día clave que espera el mercado es el 22 enero.
La línea dura de los ortodoxos de los consejeros del BCE, encabezados por Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, están aireando públicamente los debates internos de la institución mostrando los argumentos en contra de la última bala del BCE para alejar a Europa de la recesión.
Prudencia. Varios consejeros han pedido más tiempo para tomar una decisión sobre la compra de deuda pública. Quieren observar los efectos y cómo van evolucionar los precios con las medidas adoptadas. Desde que tomara la presidencia Draghi ha pasado de las palabras a los hechos. Ha bajado al mínimo histórico los tipos de interés, ha puesto en negativo la retribución de los depósitos, ha inundado de liquidez al sistema y ha aprobado la adquisición de deuda privada. Todo ello para dotar de fluidez el crédito para que llegue a la economía real. Alemania teme que a medio y largo plazo se traduzca en una espiral inflacionista para la economía.
La inflación a la baja no preocupa. Para los halcones del BCE el descenso de los precios es temporal y no creen que estemos ante las puertas de la deflación en la
zona euro. En noviembre se situó al 0,3%, muy lejos del objetivo de estabilidad del 2%. En estos momentos se justifica por la caída del precio del petróleo. Pero lo cierto, es que desde mayo de 2011 la inflación cae décima a décima.
Independencia del BCE. La compra de bonos soberanos atentaría contra los estatutos de la entidad y los tratados de la Unión Europea. Para Alemania supone una ayuda ilegal a los Estados. La adquisición de deuda afecta directamente a los tipos de interés a la baja.
Balance desequilibrado. El BCE desde que comenzó la crisis económica ha duplicado el tamaño de su balance, asumiendo activos del sistema financiero. Algo que es normal si se compara con otros bancos centrales que han aplicado medidas expansivas para contrarrestar la crisis. Aun sí el BCE es la entidad de las economía desarrolladas que menos ha aumentado su balance. Pero Alemania teme que se convierta en una especie de banco malo asumiendo los riesgos de los Estados al comprar su deuda.
Indisciplina. Otro de los mantras que provienen desde Alemania es que los países con problemas financieros han llegado a esa situación por su indisciplina fiscal. Han gastado por encima de sus posibilidades endeudándose hasta el cuello. Si el BCE comprara bonos soberanos estos países volverían a incurrir en el mismo error y no estarían motivados a continuar con las reformas necesarias para cuadrar sus cuentas.