Los Picassos de Basel, éxito del Museo del Prado

A menos de dos meses de su clausura y tras poco más de cuatro de apertura, la exposición "10 Picassos del Kuntsmuseum , organizada con la colaboración de la Comunidad de Madrid, ha podido ser disfrutada ya por todas las personas que han visitado el Prado durante este tiempo (1.100.862 hasta el pasado domingo) gracias a su presentación en la considerada como columna vertebral del Prado: su gran galería central.

Picasso se ha reencontrado una vez más con el Prado, pero en esta ocasión a través de las obras del museo suizo que mejor se articulan en su discurso expositivo porque reflejan, en forma de una antología esencial, algunos de los momentos decisivos de la trayectoria del artista como la conclusión de sus períodos azul y rosa, su incursión en el cubismo sintético, su retorno al "neoclasicismo", su experiencia durante la guerra o los experimentos retrospectivos ensayados en los últimos años de su vida.

La presentación de este conjunto de obras maestras de Picasso permite revivir el particular vínculo vital y artístico con el Museo del Prado, del que fuera su director en los años de la Guerra Civil, y el diálogo fértil con grandes artistas del Renacimiento y del Barroco.

Diez picassos entre los que se encuentran las primeras pinturas que llegaron al Kunstmuseum Basel de la mano de su director Georg Schmidt: Panes y frutero con frutas sobre una mesa (1908-9), obra clave de la fase precubista del pintor; Muchachas a la orilla del Sena, según Courbet (1950), formidable recomposición de la pintura del maestro francés; y Mujer con sombrero sentada en un sillón (1941-42), que ingresaron en el museo suizo en 1951, 1955 y 1967, respectivamente.

A estas obras se suman El aficionado y Mujer con guitarra, pinturas que formaban parte de la primera donación al museo de La Roche en 1952. Los dos hermanos, obra realizada en Gósol a comienzos del verano de 1906, y Arlequín sentado (1923), un retrato de su amigo el pintor Jacinto Salvadó, que saldrán por primera vez del cantón suizo para exhibirse en el Prado, fueron depositados en el Kunstmuseum Basel por Rudolf Staechelin en 1947 para ponerse a la venta veinte años más tarde por su hijo Peter.

La adquisición de estas obras partió de una iniciativa de los ciudadanos de Basilea, que así lo decidieron en referéndum, y se efectuó gracias a la participación de instituciones públicas y aportaciones populares. Este insólito hecho motivó que un conmovido Picasso regalase a la ciudad un estudio de gran tamaño y tres pinturas que también podrán verse en el Museo del Prado durante esta exposición: Hombre, mujer y niño de 1906 y Venus y amor y La pareja, ambas de 1967.

Esta muestra celebra así la colaboración entre dos veteranos museos públicos europeos a través de la mirada entre la tradición y la vanguardia del principal heraldo de la modernidad que proponen estas diez obras excepcionales del Kunstmuseum Basel que repasan su trayectoria artística desde el verano de 1906 ?su período ibérico, previo a las investigaciones que derivarían en el cubismo- hasta las obras libérrimas y un tanto melancólicas del Picasso final, de 1967.

 

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