Al pasar por el 195 Great Portland Street de la capital inglesa llama la atención un gran restaurante esquinero, elegante y de aire industrial, en cuyas puertas y vitrinas de suelo a techo puede leerse, en mayúsculas, la palabra "Ibérica". La primera impresión del paseante es acertada: está ante un típico restaurante español, con tapas, […]
Dirigentes Digital
| 31 mar 2015
Al pasar por el 195 Great Portland Street de la capital inglesa llama la atención un gran restaurante esquinero, elegante y de aire industrial, en cuyas puertas y vitrinas de suelo a techo puede leerse, en mayúsculas, la palabra "Ibérica". La primera impresión del paseante es acertada: está ante un típico restaurante español, con tapas, vinos y aceite de oliva, y muy seguramente, ante la mejor cocina española de todo Londres.
Productos seleccionados y un chef de lujo
En la cocina del Ibérica Marylebone destacan dos elementos. El primero, una exquisita selección de ingredientes importados de productores españoles, casi imposibles de encontrar en cualquier otra parte del país: quesos (manchego, cabrales, torta de Trujillo…), carnes curadas (chorizo, lomo, fuet, cecina), jamón ibérico de bellota… Y el segundo, un chef del máximo nivel, Nacho Manzano, quien atesora tres estrellas Michelin, dos por el célebre Casa Marcial y una por La Salgar, en Asturias, acompañado de César García, su mano derecha.
En la carta encontramos un repaso por nuestra cocina más tradicional, desde paella hasta cochinillo asado, pasando por pulpo a la gallega, escalibada, tortilla española, bravas con alioli o pollo chilindrón; aunque con algunas adaptaciones modernas y concesiones a la gastronomía local, como el famoso fish & chips. Y de postre, es posible pedir arroz con leche, "tarta de la abuela" y hasta torrijas. Todo muy tipical spanish.
Sangría, gin tonics y 100 botellas de vino
En el Ibérica, la carta de bebidas es primordial, y lo demuestra el hecho de que sea casi el doble de larga que la de comida. En ella aparecen desde cócteles de autor entre los que encontramos siete tipos de gin tonic, hasta sangría, pomada mallorquina o agua de Valencia, pasando por finos, brandies, digestivos y vinos dulces que ofrecen la seguridad de que cualquier español añorado encontraría casi cualquier bebida que echara de menos.
Y en cuanto a los vinos para acompañar la comida, encontramos una carta con 100 variedades, la mitad importadas de bodegas boutique, expuestas en cuatro apartados: uno breve pero muy selecto para los rosados, otro mediano y muy bien clasificado para los blancos (ligeros, aromáticos y ricos), una enorme selección de vinos tintos (red wines) de todas las denominaciones de origen (Rioja, Somontano, Ribera del Duero, Navarra, Priorat, Jumilla…) y para todos los paladares, y una selección de "Magnums" o vinos excelsos como el reserva Marqués de Riscal, el crianza Pago de los Capellanes o el tinto fino Valvuena de quinto año, con un precio por botella entre las 78 y las 380 libras esterlinas.
Decoración española no tan tradicional
Otro de los puntos fuertes del local es el propio local, un gran espacio abierto e inundado de luz natural, gracias a sus enormes ventanales de suelo a techo, que además ha sido decorado por el prestigioso estudio barcelonés de Lárazo Rosa-Violán, nombrado interiorista del año en 2013 por la revista de arquitectura y decoración AD.
Aunque el objetivo de Rosa-Violán fue imprimir pinceladas de la cultura y la estética más genuinamente españolas, el ambiente mezcla cierto aire industrial con elegantes elementos clásicos y vintage y, sí, algún que otro toque folclórico (azulejos antiguos, un traje de luces a modo de busto, jamones colgados, un porrón…) que aportan personalidad sin desentonar en ningún momento con el ambiente chic y cosmopolita que se respira en el restaurante.
Más que un restaurante
El local, presidido por una larga barra en forma de ele, tiene varios espacios, como la Ibérica Wine Area, una sala reservada con capacidad para 35 comensales, para cocktails o celebraciones privadas. Y también ofrece otros servicios, como el catering de domicilios privados, master clases de gastronomía española para gourmets (cortes de jamón, degustaciones de Jerez…), o el Iberica’s Recipe Club, para los clientes que quieran seguir aprendiendo y practicando en casa.
Además, el Marylebone, que abrió sus puertas en Londres en 2008, ya no está solo. Le acompañan el Ibérica Canary Wharf (con un twist más moderno y ambiente más relajado), el Ibérica Farringdon (más nocturno, ¡hasta con chocolate con churros!), La Terraza (el que, dicen, más refleja el ambiente nocturno madrileño) y el Ibérica Manchester, el único que lleva, fuera de la capital, el legado español más exquisito.