Con un paro que supera el 20% de la población, parece difícil pensar que el gasto destinado a cubrir las prestaciones por desempleo se reduzca. Desde 2013, con la entrada en vigor de la reforma laboral, el Ministerio de Empleo ha logrado reducir la partida destinada a cobertura social para trabajadores en paro. Según los […]
Dirigentes Digital
| 25 feb 2016
Con un paro que supera el 20% de la población, parece difícil pensar que el gasto destinado a cubrir las prestaciones por desempleo se reduzca. Desde 2013, con la entrada en vigor de la reforma laboral, el Ministerio de Empleo ha logrado reducir la partida destinada a cobertura social para trabajadores en paro. Según los últimos datos disponibles, el gasto del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en pagar distintas prestaciones se redujo en un 12,7%, en 244 millones, algo inferior a los 388 millones de 2014.
Los mayores descensos se produjeron en las prestaciones contributivas, del 15,6%, frente al descenso del 9% del subsidio y de las ayudas agrarias. En 2014, fue mucho mayor, del 21,8% en las contributivas. Tiene que ver porque los parados de largo duración agotan el paro al que tienen derecho después de haber cotizado durante el tiempo que han estado en activos. La protección por desempleo tiene un límite de dos años. Terminado este plazo se puede aspirar a obtener el subsidio de desempleo o la renta de inserción laboral, de carácter asistencial.
La larga duración de la crisis económica está provocando que los parados agoten sus prestaciones, mucho antes de lo previsto por los Presupuestos Generales del Estado. En un estudio reciente de la Fundación 1 de mayo sobre protección social en el desempleo, denuncia que el Gobierno se quedará sin ejecutar una partida sin ejecutar de cerca 5.000 millones, según los datos del avance de liquidación de 2015. Una práctica que ya ocurrió en 2014, al ahorrarse del presupuesto otros 5.000 millones, gracias a la caída de las prestaciones.
En la elaboración de los presupuestos de 2016, el Gobierno de Mariano Rajoy espera que todavía las prestaciones se reduzcan aún más que en los próximos ejercicios al destinar 19.820 millones de euros al pago de prestaciones por desempleo que representa un 21,7% menos en comparación con el presupuesto de 2015, cuando se asignó a esta partida algo más de 25.000 millones de euros. Y el motivo no está en que en que en el mercado de trabajo ocurra un milagro en la creación de empleo, sino en que muchos trabajadores sin empleo dejen de cobrar las prestaciones contributivas para pasar a cobrar las de carácter asistencial de mucha menor cuantía.
En 2015, el número de beneficiarios de las prestaciones por desempleo ascendieron a 2.134.099 sobre un total de 4.093.508 parados. En 2013, había 2.742.905 personas que recibían algún tipo de ingreso y en 2014, 2.417.742 personas. El ritmo de pérdida de prestaciones se ha mantenido al mismo nivel que el descenso del desempleo quedándose sin ningún tipo de cobertura aproximadamente alrededor de dos millones de parados. Sin embargo, las mayores caídas se están produciendo en las prestaciones contributivas, a las que se cotiza durante se trabaja. En 2015, descendieron un 15% y en 2014, un 21%. Sólo el 38,4% percibe este tipo de prestación, mientras el 44% d está percibiendo un subsidio por desempleo, bien por haber agotado una prestación contributiva, bien por no tener suficiente tiempo cotizado para acceder a la misma. Desde 2010, el número de perceptores de subsidios supera a los parados con una prestación contributiva.
Esta circunstancia está teniendo un efecto en la cuantía media de la prestación que se está desplomando. Al inicio de la crisis el gasto pasa de 1.033,4 euros mensuales en diciembre de 2008 a 801,5 euros mensuales en 2015, un 22,5% menos. Se comienza a reducir significativamente a partir de 2013, cuando está en vigor la reforma laboral que incluye medidas como la reducción de la prestación a partir del séptimo mes al 50% y pago de la cotización a la Seguridad Social a cargo del desempleado en su totalidad. El pago medio del paro contributivo solo comenzó a caer a partir de ese año. Hasta 2015 se han reducido un 5,6%.