Los bancos no son los únicos que están en el ojo del huracán por los bajos tipos de interés. Las aseguradoras también están presionadas por esta circunstancia anómala que durará durante los próximos años. Las
empresas de seguros de vida han asumido pasivos de mayor duración que los activos, de modo que la disminución de las tasas de interés las perjudica, advierte el FMI, que ha lanzado la alerta en el informe sobre Estabilidad Financiera. Los analistas del organismo advierten que el prolongado período de tasas de interés a niveles muy bajos ha agudizado está aumentando el riesgo sistémico para el sector, especialmente en Estados Unidos y Europa.
Las aseguradoras han buscado aumentar la
rentabilidad desde crisis financiera aumentando sus inversiones. El FMI calcula que tienen activos por valor de 24.000 millones de dólares, quedado más expuestos a los vaivenes de los precios de los activos. El FMI alerta que en caso de que ocurra un
shock de magnitud, como una fuerte caída de los precios de los activos, las aseguradoras probablemente no puedan devolver el dinero a los inversores que han confiado en sus activos.
La situación se complica porque cuanto más bajas sean las tasas de interés, más vulnerables serán las aseguradoras a las caídas del mercado. El FMI pone el acento en las aseguradoras más pequeñas, más débiles y menos capitalizadas que han incrementado la inversión en activos de riesgos en los últimos años para recuperar la rentabilidad.
Además, las compañías con una mayor proporción de inversiones que garantizan un rendimiento mínimo, tales como pólizas de seguro de vida con garantías mínimas orientadas a la inversión o ciertos tipos de anualidades, y niveles de garantía más elevados, tienen carteras de inversión con un mayor volumen de activos de riesgo.
El FMI recomienda a los supervisores y los reguladores que deberían atacar los riesgos de manera más sistemática el papel que el sector de los seguros en su conjunto desempeña dentro del sistema financiero, a través de un enfoque macroprudencial. No solo deben establecer salvaguardias frente a los riesgos de solvencia y contagio de las empresas a nivel individual, sino asumir que las aseguradoras son cada vez más vulnerables a los mismos riesgos que otras partes del sistema financiero.