A la hora de crear nuevos negocios, es clave saber identificar qué necesitan los individuos de una sociedad. En muchos casos, es la demanda la que crea la oferta. En otras, al revés. No sabemos si en China existía la necesidad de que una persona pudiera ‘alquilar maquillaje’ ante un imprevisto, pero la realidad es que se ha convertido en un negocio.
«Pensé que la sala de maquillaje compartida era estupenda, una idea muy creativa y un invento muy novedoso», cuenta Liu, una mujer de unos veinte años de Wuhan, a la BBC. El servicio, básicamente, consiste en que a través de un código QR, la persona en cuestión puede acceder a cabinas con maquillaje de lujo por unos minutos. Repartidas por la ciudad, la sala también proporciona pinceles y otras herramientas de aplicación.
La cuestión está en la corriente que hay por compartir productos, opción mucho más económica que efectuar una compra. El coste por acceder a algunas de estas habitaciones oscila entre los 28 (alrededor de tres euros y medio) y 58 yuanes (poco más de siete euros), dependiendo de la duración de la estancia (15-45 minutos). En cambio, los productos en tienda tienen un valor de unos 520 euros, tal y como explican desde el periódico chino Chutian Metropolis Daily.
En Sina Weibo -el Twitter chino-, los usuarios también destacan otra utilidad: permite probar productos sin la presión que ejercen vendedores en los canales de venta tradicionales. Pero no todo son ventajas. Está la cuestión de la higiene.
Los expertos recomiendan no compartir productos como los cosméticos, brochas y cepillos del pelo. Y es que estos artículos son usados hasta 80 veces al día. «El lápiz labial, por ejemplo, mucha gente lo usará, eso no es muy higiénico», cuenta un usuario de Wuhan.
LifeStyle