El Brexit cambia el mundo

Caída en picado de la libra y pánico en el sector inmobiliario están siendo los primeros zarpazos del temido Brexit. La divisa británica se ha desplomado a niveles de 1985 y se está expandiendo un corralito entre las gestoras de fondos inmobiliarios por la avalancha de peticiones de reembolsos. Aberdeen ha sido la última en sumarse al bloqueo de ventas de sus participaciones, junto a Henderson, Columbia Threadneedle Investments, Canada Life, Standard Life Investments, Aviva Investors y M&G. El total de patrimonio afectado asciende a 15.000 millones de libras, más de la mitad de lo que acumula todo el sector. Es la primera vez que sucede desde la caída de Lehman Brothers. A la histeria del mercado se une la incertidumbre sobre las consecuencias económicas. Antes de la votación los organismos internacionales y nacionales advertían de un desplome del PIB y recorte de empleos. El FMI estima que la decisión de los británicos de abandonar la UE podría restar al Producto Interior Bruto (PIB) de ese país entre 1,5 y 4,5 puntos porcentuales hasta 2019. Y también del impacto al resto de zonas económicas. A ciencia cierta nadie sabe cuál va ser el resultado y cómo va a impactar en el comercio británico. Si las dudas económicas son mayúsculas el impacto sobre el sector privado es también grande por ejemplo entre las grandes multinacionales instaladas en Londres, por su ventaja estratégica como uno de los más importantes focos de inversiones y ser el puente entre Estados Unidos y Europa. Cuando se materialice el Brexit puede que Reino Unido deje de ser la puerta de entrada de las inversiones procedentes de América y Asia. Los bancos de inversión han anunciado que estudian el traslado de sus sedes a otras ciudades europeas y la teleoperadora Vodafone ha manifestado la necesidad para su negocio de tener libre circulación de capitales y personas. Jaque a los bancos centrales El Brexit ha llegado en el momento más inoportuno para la economía global, cuando las economías avanzadas se debaten en decir adiós definitivamente a la recesión, especialmente en Europa. Los bancos centrales tenían ante sí mismos dar por cerrada la etapa de tipos cero y políticas expansivas, pero tras la votación del 23J ha vuelto a imponerse rehacer la estrategia sobre los tipos. El Banco de Inglaterra ya ha dejado claro que tomará nuevas medidas en verano, y el BCE y la Fed han confirmado que harán lo que sea necesario para garantizar una liquidez ilimitada y un continuo acceso de la banca a financiación mayorista en divisas. Y es que el Brexit ha trastocado los planes de todos ellos. Para empezar, los del Banco de Inglaterra, que hace meses era el principal candidato a seguir los pasos de la Fed con una subida de tipos. La Fed también se ha visto obligada a frenar sus planes de normalización de política monetaria. A las dudas sobre la evolución del empleo que truncaron la esperada subida de tasas en junio, se suma ahora el miedo al impacto económico que el Brexit pueda tener en los países europeos. En cuanto BoJ, consideran que la fuerte apreciación del yen tras el voto a favor del Brexit podría ser el último detonante de nuevas medidas expansivas. Proyecto europeo Pero lo peor viene a largo plazo. Existe el temor de que el Brexit provoque un efecto llamada en otros Estados miembros de la Unión Europea. Dinamarca, Holanda, Hungría o Polonia ya están haciendo cola. El sentimiento euroescéptico y de nacionalismo está experimentando un auge inédito después de las políticas económicas fracasadas de los últimos años. Y lo peor llegaría si esa marea de animadversión al club europeo comienza a calar en los países que conforman el euro. Volverían las dudas sobre la ruptura de la moneda europea.