Según datos del Banco Internacional de Pagos, en marzo de 2016 la ratio de la deuda corporativa china respecto al PIB era del 169% y, desde inicios de 2009, ha aumentado 72 puntos básicos, un ritmo de crecimiento que ha duplicado a los países que más se han endeudado como Canadá o Rusia, en pleno […]
Dirigentes Digital
| 06 oct 2016
Según datos del Banco Internacional de Pagos, en marzo de 2016 la ratio de la deuda corporativa china respecto al PIB era del 169% y, desde inicios de 2009, ha aumentado 72 puntos básicos, un ritmo de crecimiento que ha duplicado a los países que más se han endeudado como Canadá o Rusia, en pleno crack financiero gracias a la devaluación del dólar y los tipos bajos. Tales niveles preocupan, porque dos terceras partes de la deuda no financiera total provienen del sector corporativo, que afectado por la desaceleración económica ha provocado un aumento de la morosidad en la banca. Los créditos en riesgo de impago han pasado del 3,5%, a principios de 2014, a 5,8%. El FMI estima que las pérdidas de los bancos asociadas a estos créditos podrían alcanzar el 7% del PIB chino. Según los expertos de CaixaBank Research, los ratios superiores al 90% del PIB pueden suponer un lastre para la economía ya que shocks económicos de pequeña magnitud pueden perjudicar seriamente a las empresas endeudadas y provocar un aumento de los impagos así como una disminución de la demanda agregada. Más de la mitad de la deuda corporativa es a corto plazo y las empresas chinas tienen que devolver o renovar durante la segunda mitad de 2016 la friolera de 341.000 millones de dólares de deuda. Buena parte de los proyectos de infraestructuras y del sector inmobiliario están financiado por el propio Estado a través de gobiernos locales chinos, lo que supondría que las pérdidas las encajaría el Gobierno chino. Según el FMI, esta deuda representa el 41% del PIB, con lo que es probable que la deuda pudiera ser refinanciada. Pero uno de los problemas es la elevada concentración de la deuda en unos pocos sectores: un 32% del total en el sector manufacturero, un 29% en el sector inmobiliario y de construcción, y un 23% en minería y servicios básicos, elevando el riesgo sistémico de la deuda en caso de que alguno de estos sectores entre en crisis y no pueda hacer frente a sus obligaciones.