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Lunes, 28 de octubre de 2024
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La IA de bolsillo: el futuro de la inteligencia artificial al alcance de todos

Por Adrián Vázquez Barrera, Software Developer en Solver IA

Adrián Vázquez Barrera

28 oct 2024

A finales del siglo XX el término “inteligencia artificial” evocaba visiones de un futuro lejano, reservado casi exclusivamente para la ciencia ficción. En las páginas de novelas y guiones de películas la IA se imaginaba como entidades inteligentes con capacidades asombrosas, muchas veces bordeando lo mágico. En la actualidad, la inteligencia artificial ya no es un concepto futurista, sino una herramienta presente en nuestras vidas diarias. Y, como ocurre con todo avance tecnológico, nos encontramos en un punto crucial de su evolución.

La inteligencia artificial que conocemos se cimienta sobre la estadística. Esta base matemática es la clave de su capacidad para aprender y predecir. Desde modelos que completan nuestras frases, como los de procesamiento de lenguaje natural (GPT), hasta aquellos que interpretan señales visuales (clasificación de imágenes) o predicen el impacto financiero de decisiones comerciales (modelos predictivos), la IA aplica la estadística para ofrecer soluciones a problemas cotidianos. No obstante, para que estos algoritmos sean fiables, dependen de una gran cantidad de datos de calidad. Así, la habilidad de la IA para hacer predicciones acertadas depende de cuánto sabe sobre el contexto y de la complejidad de los patrones que puede reconocer.

A medida que estos modelos se vuelven más sofisticados, también requieren más recursos de cómputo. Esto ha hecho que, en su mayoría, las IAs avanzadas dependan de potentes servidores y centros de datos para funcionar, lo que significa que el acceso a estos modelos suele ser a través de servicios en la nube (SaaS). Sin embargo, esta dependencia del acceso remoto presenta desafíos en términos de privacidad, latencia y costes de conexión.

Aquí es donde entran en juego los modelos de IA “minificados” o reducidos. Estos son versiones más pequeñas de modelos grandes, que, aunque no tan precisos, son suficientemente eficaces para tareas específicas. La gran ventaja es que pueden ejecutarse en dispositivos locales sin necesidad de conexión a internet, reduciendo (en algunos casos) el tiempo de respuesta y, más importante aún, protegiendo la privacidad del usuario. Estos modelos “minificados” abren nuevas posibilidades para la integración de la IA en dispositivos electrónicos de consumo y empresariales.

Imaginemos un escenario en el que estos modelos se integran en dispositivos cotidianos, sin necesidad de depender de un servidor remoto para tomar decisiones rápidas. Además, si estos modelos se entrenan específicamente para tareas concretas y se ejecutan en una infraestructura de contenedores, se logran tiempos de implementación mucho más rápidos y eficientes. ¿El resultado? Modelos de IA listos para funcionar en cualquier entorno en cuestión de minutos, aumentando exponencialmente la productividad y la capacidad de respuesta en contextos empresariales y de consumo.

La contenedorización de estos modelos ofrece la ventaja adicional de permitir una portabilidad y escalabilidad sin precedentes. Desde el banco de pruebas del desarrollador hasta el entorno real de un usuario final, estos modelos de IA pueden trasladarse de forma ágil a sistemas embebidos, aplicaciones móviles, software de escritorio, y servicios web. Esta flexibilidad tiene el potencial de transformar industrias completas, haciendo que la inteligencia artificial sea más accesible, adaptable y, sobre todo, personalizable.

Afortunadamente, el hardware también está avanzando en paralelo. Cada vez más dispositivos domésticos y profesionales están equipados con aceleradores de IA, conocidos en la industria como “tensores”. Estos chips especializados están diseñados para manejar tareas de inteligencia artificial de manera eficiente y rápida. Además, ya existen opciones accesibles en el mercado, como las Jetson Nano de NVIDIA, que permiten entrenar y ejecutar modelos complejos en dispositivos empotrados.

La industria se encuentra en una carrera a dos bandas: por un lado, se busca reducir el tamaño y la complejidad de los modelos de IA, mientras que por el otro se intenta aumentar la capacidad de cómputo. Esta evolución dual sugiere que estamos cerca de un punto de inflexión en el que las “IAs de bolsillo” se volverán omnipresentes. Modelos que no solo son portables y ligeros, sino también listos para operar de manera autónoma en una amplia variedad de dispositivos y contextos.

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