Óscar Lucas, actual director de la Posada del Dragón y la Posada del León de Oro, empezó su andadura en el mundo laboral con tan solo diecisiete años, compaginando sus estudios de turismo en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, con un trabajo de camarero. De espíritu aventurero, completó su formación en Irlanda y Francia, y […]
Dirigentes Digital
| 03 nov 2016
Óscar Lucas, actual director de la Posada del Dragón y la Posada del León de Oro, empezó su andadura en el mundo laboral con tan solo diecisiete años, compaginando sus estudios de turismo en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, con un trabajo de camarero. De espíritu aventurero, completó su formación en Irlanda y Francia, y cruzó el Canal de la Mancha para reforzar aún más su formación, en el Caledonian Hotel de Edimburgo. En ese momento ya se estaba empezando a fraguar su pasión por los hoteles y, de regreso a su tierra natal, entró a formar parte del equipo de recepción del hotel InterContinental de Madrid. Más tarde, pasó a liderar el equipo de Alojamientos como Front Office Manager y, tras una reforma integral del hotel, colocó al InterContinental de Madrid como número 1 en calidad consiguiendo la deseada quinta estrella y obteniendo el reconocimiento de los clientes a nivel mundial dentro de la compañía. Como reconocimiento a su valía, hubo varios destinos que fueron sopesados para proseguir su formación laboral: San Juan de Puerto Rico, Roma y Barcelona. En la ciudad condal estuvo cinco años, primero en el Hotel Princesa Sofía y más tarde reclamado en el prestigioso Hotel Majestic, para recuperar la calidad y el glamour perdido con el tiempo y dotar al establecimiento de un aire más internacional. Sin embargo su ciudad natal, Madrid, le estaba llamando a gritos y, poco tiempo después, fue nombrado Director de Proyectos Hoteleros de la empresa Solutions HI, con el fin de abrir un nuevo mercado de hoteles con encanto en el viejo Madrid. Pero el conocido como “el último posadero de Madrid” buscaba un modelo de negocio más cercano, al considerarse una persona a la que le gusta estar al pie del cañón: “necesito un trato humano directo y diario, pero también me gusta liderar”. En 2007, conoce la Posada del Dragón y el flechazo fue inmediato. Como explica, “hay algo que te atrapa, una historia que te envuelve al pisar el granito original, una sensación de déjà vu, un abrazo cañí de un Madrid de los Austrias que sobrevive a lo largo de los siglos”. Decide entonces conectar la centenaria historia de las posadas de Madrid con el nuevo concepto hotelero que florecía por aquellos días, los hoteles boutique (céntricos, urbanos, accesibles y de trato cordial y cercano). Así es cómo consiguió revitalizar un modelo de negocio, el de las posadas, que estaba abocado a la extinción, quedando como un mero reclamo para turistas y visitantes. La idea que aportó para la Posada del Dragón pronto fue bien acogida en la Cava Baja, donde se ubica, entrando en contacto primero y generando una sólida alianza que aún hoy perdura con la también mítica Posada del León de Oro. Decidieron, entonces, generar una identidad más moderna e innovadora para la primera, y otra más clásica y castiza para la segunda. En su apuesta por la recuperación de los diferentes espacios históricos, Óscar decidió que la antigua jabonería que ocupaba la planta baja de la Posada del Dragón, conocida como “La Antoñita”, debía mantener su nombre, aunque haya sido reconvertida en un sofisticado restaurante donde tradición e innovación se encuentran en su carta, con un postre que no es solo un postre, sino toda una declaración de intenciones: comerse una pastilla de jabón es posible en este selecto restaurante. Siguiendo con su empeño, convierte la histórica taberna de la Posada, un lugar donde siglos atrás se servía cocido y chatos de vino peleón, en la Enotaberna, un espacio donde se pueden degustar más de 300 referencias de caldos nacionales de todas las denominaciones de origen. A día de hoy se puede degustar manjares tradicionales con un toque contemporáneo (cochinillo confitado, torrija con helado de canela…). Actualmente, ubicado en el emblemático barrio de La Latina, ha recuperado la naturaleza de lo que en su día fueron estos enigmáticos inmuebles del siglo XIX, trayendo al presente un pasado extinto. Sin duda, ha reconquistado la Cava Baja, devolviéndole su esencia. Pero Óscar Lucas es un hombre de negocios curioso e inquieto, por ello se ha embarcado en un nuevo proyecto liderando la Asociación de Empresarios de La Latina, con la única intención de devolver el esplendor a este entrañable rincón del Madrid de los Austrias. Sin duda alguna, para el “último posadero de Madrid”, lo más importante sigue siendo su familia. Es padre de tres hijos que han ido llegando en distintos momentos de sus metas profesionales, y eso le ha llevado a valorar en cada decisión profesional, cómo afectaría a las personas que le acompañaban. La cara de Óscar más personal es más tranquila, en su tiempo libre se le puede ver corriendo por Madrid Río, pedaleando por El Pardo o a lomos de su incondicional Harley, recorriendo la geografía española.