Trump ya ejerce como presidente cumpliendo una de sus promesas

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha llevado a cabo su primera promesa electoral: evitar que los empleos de compañías estadounidenses en el país se trasladen al exterior. Trump ha conseguido, tras acuerdo de 7 millones de dólares en incentivos, mantener abierta la fábrica de aire acondicionado de la compañía Carrier en Indianápolis, conservando así más de 1.000 puestos de trabajo. Durante la campaña electoral Trump dijo por activa y por pasiva que si era elegido presidente evitaría la fuga de empleos de empresas estadounidenses al extranjero. Con la medida llevada a cabo en Carrier, cumple una de sus promesas pre electorales antes de tomar las riendas del país de forma oficial. Tras varios días de negociaciones entre Donald Trump y los directivos de Carrier (subsidiaria de United Technologies) se ha resuelto que la compañía recibirá 7 millones en incentivos y exenciones fiscales durante 10 años a cambio de que en este tiempo United Technologies (UT) invierta 16 millones de dólares en la planta de Indianápolis. “Esperamos continuar con esta instalación para ofrecer productos líderes en la industria”, dijo tras el acuerdo el CEO de UT Greg Hayes. En concreto la Corporación de Desarrollo Económico (IEDC) del estado de Indiana ha ofrecido a Carrier 5 millones en créditos tributarios basado en el plan de la compañía de retener los empleos en Indianápolis con un salario promedio de 30,91 dólares por hora, según ha comunicado la portavoz Abby Gras. La IEDC también ofreció 1 millón en becas de capacitación para apoyar el desarrollo de la fuerza laboral y otro millón en créditos fiscales sujetos a la inversión futura de la compañía en su instalación de Indianápolis. Tras la resolución se preservan 1.100 puestos de trabajo, muchos de los cuales habían sido programados para su traslado a México. “El anuncio de hoy es una buena noticia para cientos de familias trabajadoras de Indianapolis y estoy agradecido de que parece que muchos empleados de Carrier seguirán teniendo trabajos bien pagados en esta ciudad”, decía el alcalde de Indianápolis Joe Hogsett. Mike Pence, vicepresidente electo y actual gobernador de Indiana, ha acompañado Donald Trump a la planta de Carrier. “Este es un gran día para Indiana y para los trabajadores de todo Estados Unidos”, proclamaba Pence. En declaraciones a los empleados y funcionarios locales después de visitar la fábrica, Donald Trump abrió la puerta a discusiones similares con otras compañías del sector privado que estuvieran considerando mudarse a otro país. “Vamos a hacer un montón de llamadas telefónicas a las empresas que digan que se van de este país y no van a dejar Estados Unidos sin consecuencias”, dijo el presidente electo. Además aprovechó para criticar a la NAFTA, el tratado de libre comercio de Norteamérica. “Pondremos impuestos muy duros en la frontera”, añadía Trump. Durante las campaña electoral, el magnate ya había advertido que las empresas que subcontratan trabajos de manufactura podrían enfrentar duras penas y había amenazado con imponer a las compañías que manden empleos a otros países un arancel del 35%. Ayer repitió esa amenaza, pidiendo un impuesto sobre los bienes producidos por compañías estadounidenses fuera de las fronteras de la nación y que luego son importados de nuevo a Estados Unidos. Según datos de la Oficina de Análisis Económico estadounidense desde 1969 Indiana ha perdido más de 235.000 puesto de trabajos de manufactura. Las reacciones Los trabajadores de Carrier se han mostrado felices y optimistas con el acuerdo. Muchos ya se habían puesto a buscar otro empleo tras el anuncio del traslado de la planta a México. Algunos que llevaban más de 15 años trabajando allí esperan que sus salarios y beneficios permanezcan intactos. Según han publicado Fortune y Politico, la empresa matriz de Carrier ha accedido a mantener los empleos por miedo a perder contratos federales y por la reducción de impuestos corporativos de la que se beneficiará. Varios expertos han comentado que ningún presidente de Estados Unidos ha intervenido una compañía de manera individual. Sí se ha hecho para salvar industrias enteras como ya hiciera Barack Obama en 2008 que intervino para rescatar a los fabricantes de automóviles después de la crisis financiera. Y el presidente John F. Kennedy que evitó que los productores de acero aumentaran los precios. Los críticos dicen que el enfoque de Trump de hacer ofertas plata por planta no es bueno, porque de esta manera se inmiscuye demasiado en el mercado libre y eso no será suficiente para frenar la salida de empleos manufactureros del país, ya que eso está impulsado por la dinámica económica global. Para Jeff Windau, analista de la firma de inversiones Edward Jones, “que el actual presidente electo se centre en una empresa específica y una ubicación concreta indica que tiene una visión bastante pequeña del mundo”, y argumentaba que Trump podría no tener la manga tan ancha para mantener este tipo de negociaciones una vez que esté en el Despacho Oval. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que en su momento se mostró muy crítico con Trump, ha apoyado el acuerdo. “Creo que es bastante bueno que la gente mantenga sus trabajos en Indiana en lugar de trasladarlos a México”, comentaba Ryan, quien ha hecho hincapié en que los republicanos esperan aprobar una reforma tributaria integral que reduciría las tasas impositivas corporativas.