En su último informe de previsiones, la llamada Red de Líderes de la Industria de UBS, demuestran que entre las principales lecciones aprendidas por los directivos empresariales destacan cómo las empresas que no se adaptan a los cambios tecnológicos corren riesgo de quedar rezagadas. Del mismo consideran que las nuevas tecnologías para optimizar los procesos […]
Dirigentes Digital
| 09 dic 2016
En su último informe de previsiones, la llamada Red de Líderes de la Industria de UBS, demuestran que entre las principales lecciones aprendidas por los directivos empresariales destacan cómo las empresas que no se adaptan a los cambios tecnológicos corren riesgo de quedar rezagadas. Del mismo consideran que las nuevas tecnologías para optimizar los procesos de manufactura y la gestión de la cadena de suministro son una parte clave de la ventaja competitiva. Como tercer punto, los empresarios destacan que la diversificación de los catalizadores del crecimiento es fundamental. “Los precios reducidos de las materias primas han reducido la demanda proveniente de economías regionales afectadas, como los mercados emergentes”, indican los encuestados. Respecto a otro tipo de lecciones que 2016 ha dejado impresa en los empresarios, destaca la importancia de “no confundir un escenario de base con un hecho consumado”. Según recuerdan desde UBS, 2016 ha sido vergonzante para varios pronósticos de escenarios de base. “Contra todos los pronósticos, Donald Trump ganó los comicios en EEUU, el Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea y hasta los supuestos maestros de la economía (los bancos centrales) se vieron obligados a relajar la política monetaria más de lo que habían considerado necesario en un principio”, indican, recordando cómo en 2014, la Reserva Federal pronosticó que los tipos de interés rondarían el 3% en el momento actual. Algo impensable ahora mismo. A su juicio, la buena noticia es que los peores pronósticos del mercado tienen que ver con aspectos relativamente específicos: elecciones, tipos de interés y crecimiento económico. Y aseguran que inversores y empresarios pueden minimizar la exposición a este tipo de sucesos, encontrando oportunidades “si se centran en las tendencias más generales de los beneficios y la política monetaria”. No entrar en pánico es otra de las grandes lecciones que el mercado debería haber aprendido este año caracterizado por los shocks. Así, recuerdan que los inversores que supieron mantener la calma en medio de la incertidumbre se vieron recompensados. “El índice MSCI All-Country World descendió un 13% entre enero y febrero debido a las preocupaciones por una posible caída de las reservas en moneda extranjera de China, pero recuperó sus pérdidas sobre finales de marzo. En junio tuvo lugar el Brexit y el peor día para los mercados bursátiles de los últimos años, pero los mercados recuperaron sus niveles máximos anteriores en un lapso de tan solo tres semanas. Más recientemente, tras la victoria electoral de Donald Trump, el mercado repuntó en cuestión de horas después de sufrir ventas masivas iniciales”, recuerdan los expertos. Según indica el análisis de la firma, los inversores que optaron por disminuir el riesgo de las posiciones de renta variable estadounidense alrededor de sucesos inciertos y mantuvieron el efectivo perdieron en promedio un 1,8%. Los que resistieron ganaron 12%, sin incluir los dividendos. La última gran lección que, según los expertos, debería haber aprendido el mercado en 2016 es la de no subestimar a los bancos centrales. “En reiteradas oportunidades se ha señalado que la política monetaria había «alcanzado su límite». Sin embargo, en 2016 quedó demostrado que los bancos centrales todavía tienen la capacidad de sorprender. El Banco Central Europeo comenzó a comprar bonos corporativos, el Banco de Japón estableció un límite superior para los rendimientos de los bonos y el Banco de Inglaterra reanudó la expansión cuantitativa”. Según advierten, en los últimos años los bancos centrales han propiciado rentabilidades elevadas, pero están frenando con eficacia las rentabilidades futuras. Por ello, los inversores deberán ser más creativos. “Esto implica apostar por clases de activos posiblemente menos conocidas, como los hedge funds y los mercados privados, y explorar nuevos enfoques para la construcción de carteras a fin de generar rentabilidades más altas de ahora en adelante”, aseguran.