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ESG - Sostenibilidad

Mar Jiménez: “esperamos tener una regulación clara y ordenada en materia ASG”

Entrevista con Mar Jiménez del Dept. de Carteras de Inversión de Diverinvest, socio de ASEAFI.

Patricia Malagón

13 nov 2024

mar jimenez diverinvest

La regulación sostenible y el Green Mifid han impulsado la integración de criterios ESG en finanzas, exigiendo a asesores adaptar enfoques complejos para clientes. Aún se buscan equilibrar normativa, sostenibilidad y claridad en España, con expectativas de armonización y educación financiera continua. De todo ello hablamos con Mar Jiménez del Dept. de Carteras de Inversión de Diverinvest, socio de ASEAFI.

Las finanzas sostenibles se han convertido en uno de los principales retos de la industria de las finanzas sostenibles han sido y es uno de los principales retos, de hecho, uno de ellos es la adaptación que están haciendo los asesores a las regulaciones del Green Mifid, ¿cómo lo estáis viviendo?

Aunque llevamos años hablando e integrando la sostenibilidad en la industria de las finanzas, siempre ha existido cierta incertidumbre acerca de su regulación y enfoque hacia el cliente. Con el paso de cada año se han ido especificando y acotando más las taxonomías acerca de criterios ESG con el objetivo de clarificar conceptos y regulaciones dentro del mundo del asesoramiento financiero -tanto a nivel de inversión como normativo- y, posteriormente, su divulgación al cliente.

La introducción del Green Mifid ha sido un avance en cuanto a cuantización de la normativa ESG y el inicio de la participación del cliente en esta materia. El hecho de que pueda él mismo escoger el porcentaje de inversiones sostenibles que quiere tener en su cartera puede también despertar un interés directo en sus inversiones. Aun así, sí que para que todo el engranaje pueda funcionar correctamente, es necesario que las valoraciones ASG de los fondos de inversión también sigan un criterio común adaptado a la normativa vigente y la introducción de dichos criterios de una manera más directa sea un avance y no un freno en la construcción de carteras de inversión.

¿Cuáles crees que son los principales retos para los asesores a la hora de trasladar todo este nuevo enfoque en el campo de la inversión?

Una de las principales funciones de un asesor financiero es hacer lo complejo entendible para el cliente y acompañarlo en todo su proceso de inversión. Por lo tanto, como asesores debemos combinar distintas variables, entre las cuales destacan en este ámbito la comprensión de los conceptos sostenibles.

En DiverInvest, signatarios de organizaciones como PRI (Principals for Responsible Investments) hemos ido paulatinamente formando a nuestro cliente en materia ASG e informándolo de nuestras medidas base. Por lo tanto, este nuevo enfoque regulatorio es un punto más en nuestra formación. Ahora bien, el principal reto es poder llegar a un equilibrio a nivel de inversión, producto y cliente. Para ello, debemos recibir y transmitir la información de una manera clara y entendedora para el cliente, ya que entramos en una serie de conceptos novedosos y complejos, tanto para él como para el sector. El principal triunfo será que se logre una armonía entre todas las variables que conforman el proceso de inversión.

A la hora de hacer balance, cabría destacar que nos encontramos en una fase de pausa y asentamiento de lo regulado hasta ahora, ¿cuáles son las expectativas de futuro?

Habiendo seguido la evolución de la integración de criterios ASG a lo largo de los últimos años, podríamos decir que en los dos últimos años se ha avanzado de manera exponencial en lo que a regulación se refiere, hecho también necesario para poder asesorar de un modo más riguroso.

Es cierto que la introducción de nuevos conceptos y regulaciones ha hecho que tanto gestoras de fondos, entidades bancarias y asesores financieros debamos asentar dichos conocimientos para poder seguir avanzando en un futuro. Para ello es necesario una buena base antes de pensar en el futuro.

Pensamos que ahora es momento de realmente asentar y divulgar conocimientos como el reglamento SFDR, las PIAs (Principales incidencias adversas), los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), Taxonomía UE, entre otros. Del mismo modo, deben quedar claras las estrategias a nivel de sostenibilidad que seguirán las compañías para evitar, por ejemplo, episodios de greenwashing y, a su vez, las gestoras de inversión en cuanto a los productos que comercializan.

En cuanto a expectativas futuras, una vez asentados los conocimientos actuales y avanzando en proyecciones, esperamos tener una regulación clara y ordenada en materia ASG que nos permita disponer de una información veraz. Por un lado, a nivel de inversiones, esperamos poder discernir con claridad las estrategias y productos sostenibles y, a nivel regulatorio, esperamos llegar a un equilibrio entre normativa y eficiente implementación para las EAFs. Por último, pero no menos importante, esperamos poder hacer al cliente cada vez más consciente en el impacto que puede generar su cartera.

En estos momentos, parece que se está en una fase de pausa y asentamiento de lo regulado hasta ahora, ¿hacia dónde podríamos ir en los próximos años?

Como todo, durante los próximos años se debería de llegar a una fase de equilibrio con lo ya regulado e ir ampliando horizontes gradualmente. Si bien es cierto que los criterios de sostenibilidad son un factor que la gran mayoría de compañías, gestoras, entidades e inversores tienen integrado en su sistema, esperamos que en los próximos años no solo se hable de la voluntad de ser sostenible o no, sino que se pueda tener el conocimiento para realmente identificar si esta voluntad se está llevando a cabo.

Para ello, es necesaria una regulación y unos criterios con un lenguaje común entre la comunidad financiera, que permita la eficiente aplicación por parte de todos los partícipes en el proceso de manera unificada.

Seguidamente, a nivel regional, los avances realizados en Europa en materia ASG esperamos se puedan globalizar paulatinamente. Por ejemplo, en Estados Unidos, -debido a una regulación menos estricta que la europea y, por lo tanto, el menor peso en el mercado de fondos sostenibles- no existe la culturización en esta materia como en Europa, y ello provoca que asesores que trabajamos con productos internacionales veamos dificultada nuestra labor por carecer de la categorización necesaria de muchos de los productos seleccionados.

Del mismo modo, con un mayor conocimiento, se podrán desmitificar asunciones realizadas ante una regulación ambigua, como por ejemplo, si una inversión sostenible implica un menor retorno. Deberemos ampliar nuestra investigación en esta materia para también ajustar cada situación a su realidad.

¿Cómo está siendo la evolución y la acogida de la ESG en España? Y los inversores, ¿cómo están recibiendo este nuevo enfoque inversor?

En España, como país europeo ha tenido una acogida relativamente rápida a nivel de entidades, gestoras y empresas de servicios de inversión. A nivel conceptual, ha tenido un interés relativo, aunque cada vez más creciente y una familiarización interesante con los nuevos conceptos aportados, que han añadido calidad en la selección de producto.

A nivel de relación con el cliente, hemos podido observar cómo regulaciones como SFDR han tenido una buena acogida por su relativa facilidad a la hora de entender qué significa. No así por ejemplo con otros conceptos de mayor complejidad como la Taxonomía UE o las PIAs. Del mismo modo, con la voluntad de impactar positivamente en el entorno que nos rodea, hemos podido observar una cantidad creciente de preguntas acerca de esta materia.

No obstante, como todo lo relativamente desconocido, aun nos encontramos en una fase de expansión conceptual y normativa para los criterios ASG y debemos llegar a un equilibrio y armonía para que este avance no se convierta en un proceso dificultoso, como es actualmente.

A nivel regulatorio es donde estamos encontrando mayores complejidades. Si bien es cierto que cada vez los organismos regulatorios publican taxonomías más claras y específicas, esto debería aplicar a la globalidad de los productos financieros. Carecer de esta información imposibilita dar datos rigurosos sobre la sostenibilidad de una cartera.

Entendemos, como es habitual, que toda normativa necesita un período de tiempo para empirismos y adaptación al entorno, y en este momento todavía estamos lejos de alcanzar la ya mencionada armonización entre regulación e información del universo de inversión.

Otro tema de actualidad es la escasez de conocimientos por parte de la población a la hora de gestionar sus finanzas. A menudo se duda de la necesidad de contar con un asesor financiero, a pesar de que la gestión patrimonial es esencial para la estabilidad y el crecimiento económico personal y familiar, ¿cuál es bajo vuestro punto de vista la relevancia de ser asesorado por profesionales?

A la hora de hablar de asesoramiento financiero no debemos olvidar que de lo que realmente estamos hablando es de rentabilidad a nivel de inversiones y tranquilidad a nivel de planificación financiera. Es cierto que existía un desconocimiento importante en la población y, además, en nuestro país, una cultura inmobiliaria importante, principal inversión donde los ahorros eran depositados.

La creciente presencia del asesor financiero ha podido aportar al cliente conocimientos en materia de inversión y, a su vez, la tranquilidad de saber que existe una figura que cuida por sus intereses actuales y futuros. Los intereses del cliente con el asesor financiero independiente están alienados al cien por cien y constituyen un filtro muy interesante para poder sacar el máximo partido al binomio rentabilidad-riesgo a nivel de inversiones y proyección patrimonial.

Además, el cliente, al lado de un asesor financiero, también cuenta con una formación continua a nivel de cultura financiera. En definitiva, somos su acompañante en toda su evolución patrimonial. No debemos olvidar que el patrimonio también se transfiere de generación en generación y, para ello, es básico un asesoramiento que contribuya a lograr los objetivos planteados.

Lo que más valora el cliente es la tranquilidad de saber que con el patrimonio que sustenta en la actualidad podrá afrontar sus objetivos futuros basado en una estrategia profesionalizada. Uno de los errores y miedos más comunes es una gestión ineficiente del patrimonio que pueda provocar un desajuste en la economía propia del cliente en algún punto de su vida.

A modo de conclusión, y con independencia del valor monetario y emocional del patrimonio en cuestión, contar con un asesor financiero implica dotar al cliente de unos conocimientos y una estrategia actual y futura que le pueda aportar tranquilidad y consecución de objetivos financieros a medio-largo plazo.

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