“El nuevo Miami de los argentinos”. Así están llamando a Santiago de Chile comerciantes, operadores turísticos y hasta la prensa de ambos países a la capital chilena, en alusión a lo que representó Florida para los latinoamericanos hace treinta años: un centro de compras. Quiebras y continuidad Para combatir la hiperinflación, que había llegado a […]
Dirigentes Digital
| 05 ago 2017
“El nuevo Miami de los argentinos”. Así están llamando a Santiago de Chile comerciantes, operadores turísticos y hasta la prensa de ambos países a la capital chilena, en alusión a lo que representó Florida para los latinoamericanos hace treinta años: un centro de compras. Quiebras y continuidad Para combatir la hiperinflación, que había llegado a 4.923% en 1989, Argentina aplicó en la década de 1990 un amplio plan de ajuste y privatizaciones. El fundamento de toda su economía fue igualar el valor de la moneda local con el dólar, la llamada “convertibilidad”. Uno de los efectos fue que una gran cantidad de argentinos, tras cambiar libremente su dinero por dólares, comenzó a viajar al extranjero, en particular a Miami, para gastar esos “dólares convertibles” en artículos de consumo. De esa época es el “déme dos”, frase con que se hicieron famosos los turistas que, entusiasmados con el poder de compra de los billetes verdes, llenaban sus bolsas en Brasil y Estados Unidos con dos ejemplares del mismo producto “para aprovechar la ocasión”. Aquella experiencia neoliberal terminó en 2001 como había comenzado, con la economía quebrada. En la primera década de 2000 y parte de la siguiente, con la llegada de un plan estatista, la economía fue proteccionista y el dólar pasó a ser estrictamente controlado. Al terminar esa etapa en 2014, los datos volvieron a mostrar la economía en recurrente fragilidad, con el país aislado internacionalmente, su industria contrayéndose por cuarto año seguido y una inflación y pauperización desconocidas ya que tales indicadores estaban oficialmente ocultos. Una nueva liberación del dólar en 2015, la eliminación de impuestos a la tarjeta de crédito y el encarecimiento de Miami por la desvalorización general de las monedas latinoamericanas ha producido un fenómeno que evoca imágenes de los años 1990. El nuevo paraíso Tan sólo en 2016, cerca de tres millones de argentinos viajaron a Chile simplemente “a comprar” en tours de dos o tres días, con circuito completo por centros comerciales, con hotel y transporte. El número, tomado por la prensa local en asociaciones comerciales y de turismo de Chile (CNC) y Argentina (Acipan), explica el resurgimiento de este “Miami de los argentinos”. En 2010 habían sido un millón. Ya en 2016, ese número se triplicó, representando un aumento del 49% respecto de 2015. Un informe de procesamiento de pagos basados en Transbank señala que los argentinos gastaron en 2016 un 104% más que en 2015, representando el 36% de los gastos extranjeros computados ese año. En Chile, los argentinos encuentran electrodomésticos y ropa hasta un 60% más barata. Así, han tomado contacto por primera vez con marcas que no están en su país (como Apple, H&M, Forever 21, Desigual o Zara) tan sólo recientemente. Un ejemplo de la ventaja: en diciembre de 2016, un televisor LED de 55 pulgadas de pantalla curva marca Samsung costaba 689 dólares en la red Falabella de Chile. El mismo producto, en la misma fecha, era vendido por 2.300 dólares en Argentina. Boom en el vecino La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) calcula que el gasto argentino en Chile en 2016 fue de 830 millones de dólares. El Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur) estima que en 2017 habrán ido a Chile 4 millones de argentinos a comprar. “Ríndete, Miami, Argentina halló un nuevo paraíso de compras”, tituló con humor el diario chileno El Mostrador, atribuyendo el boom de ventas a las políticas económicas de Mauricio Macri. “Lamentablemente para el líder argentino, esto ha ocurrido en el país vecino”, remataba el artículo. Procurando diversificar el perfil de los visitantes, el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) de Chile lanzó en mayo una campaña dirigida a argentinos y brasileños, estos últimos turistas de compras también, aunque en menor medida que los primeros. La acción tiene como propósito “llamar la atención de turistas de estos dos países, durante las vacaciones de invierno, (julio-agosto en el continente sudamericano) para que experimenten el invierno y el ski”, actividades que no necesariamente interrumpen las compras.