En 1848 se inauguró la primera línea de ferrocarril de la península ibérica, Barcelona-Mataró, un hecho que supuso el ingreso de España en la revolución industrial. Unos cuantos años después, en 1992, se estrenó la primera línea de alta velocidad ferroviaria: Madrid-Sevilla, que ha generado el acceso del país a otra revolución: la digital, la […]
Dirigentes Digital
| 29 nov 2017
En 1848 se inauguró la primera línea de ferrocarril de la península ibérica, Barcelona-Mataró, un hecho que supuso el ingreso de España en la revolución industrial. Unos cuantos años después, en 1992, se estrenó la primera línea de alta velocidad ferroviaria: Madrid-Sevilla, que ha generado el acceso del país a otra revolución: la digital, la entrada de lleno en el siglo XXI y convertir a España en una de las locomotoras de la tecnología, del avance social y en un país referente en el mundo por su modelo de transporte eficiente y sostenible. Si hay que buscar una fecha en la que conmemorar la entrada de España en la modernidad, el año 1992 es la primera de la lista. Los JJOO de Barcelona, la Expo de Sevilla y la irrupción del AVE marcaron un punto de inflexión en la concepción internacional de España, pero también en cómo los españoles se veían a sí mismos. Hasta octubre de 2017 más de 66 millones de turistas han visitado España según datos del INE. Muchos de ellos optan por hacer un recorrido por varios rincones del país cuando antes apostaban por sólo un destino. Es otra de las ventajas de la alta velocidad. En pleno 2017, la red española de alta velocidad está en el podio mundial. Las mayores ciudades del país, Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Zaragoza, pronto quedaron conectadas, articulando una tupida red por todo el territorio nacional. Al mismo tiempo, no se quedaron fuera localidades más pequeñas. El impacto económico que la llegada del AVE supuso para urbes como Ciudad Real, Segovia, Puertollano o Calatayud, por poner sólo algunos ejemplos, es más que evidente, dinamizando su turismo, su desarrollo industrial y sus relaciones comerciales. Al mismo tiempo, el uso de la alta velocidad más allá del AVE, a través de los trenes Alvia que conjugan las líneas rápidas y las convencionales, ha supuesto un gran impulso a otras zonas geográficas peninsulares periféricas, como Asturias, Pamplona, Cádiz o Galicia, que han visto reducidos sensiblemente sus tiempos de conexión con otras regiones. Pero el reto no ha acabado y a pesar de que España haya alcanzado un nivel predilecto en el mundo, no se conforma con ello. El impulso de la alta velocidad ferroviaria continúa con los trabajos para completar la red por toda España.