La cifras que arroja la cuarta economía de Europa suponen un jarró de agua de fría para el Gobierno italiano. Desde que Matteo Renzi tomó las riendas del país ha prometido implementar decenas de reformas para sacar al país del estancamiento económico, después que su economía flirteara con ponerse a la cola de estados rescatados. El dirigente ha apostado fuerte por la baza económica como principal prioridad del Ejecutivo.
Hace unas semanas llegó a vaticinar que la economía transalpina crecería este año un 1%, por encima de las previsiones oficiales. El Instituto de Estadísticas Italiano, Istat, había revisado al alza sus pronósticos para 2015 al 0,9%. Pero los datos del PIB del tercer trimestre han sido catastróficos. Italia creció un 0,2% trimestral, situándose al furgón de cola de la Vieja Europa.
La economía alemana creció un 0,3% en el tercer trimestre, lo que supone una leve ralentización con respecto al 0,4% de los tres meses inmediatamente anteriores. El PIB francés experimentó idéntica evolución, aunque con el aumento del 0,3% superó el crecimiento nulo que registró en el segundo trimestre. La economía británica creció un 0,5% en el tercer trimestre. Mientras España lo hizo al 0,8%.
Tras las cifras publicadas la semana pasada no le ha quedado más remedio que corregir sus previsiones e indicar que el crecimiento de la economía italiana en 2015 será de un 0,6 %, lejos del entusiasmo de Renzi.
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