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Liderar en tiempos de crisis. El papel del líder cuando todo parece caer

Por Ana Hernández Vázquez, CEO Quality Lives

Ana Hernández Vázquez

20 nov 2024

El liderazgo es fácil cuando todo marcha bien, pero ¿qué ocurre cuando la vida da un giro inesperado, cuando enfrentamos situaciones que nadie podría prever? Los desastres naturales son un ejemplo de ello. Estos momentos no sólo ponen a prueba nuestras capacidades, sino también nuestra humanidad. En circunstancias como esas, el rol del líder toma una nueva dimensión, en la que la empatía y la capacidad de reconstrucción se vuelven tan esenciales como la toma de decisiones estratégicas.

Recibir un golpe inesperado puede dejar a cualquier persona desconcertada, y el liderazgo no es una excepción. La primera reacción suele ser una mezcla de incredulidad, incertidumbre y miedo. Cuando los recursos escasean, el tiempo apremia y las circunstancias cambian rápidamente, el líder enfrenta la necesidad urgente de reconstruir su postura, de retomar el control para ofrecer un camino claro y seguro.

Retomar el control en medio de una crisis comienza con aceptar la realidad y procesar el impacto del cambio. Para algunos líderes, esto significa reconocer sus propias emociones, darles su espacio y ser sinceros con su equipo respecto a las dificultades. En momentos de adversidad extrema, la autenticidad y la transparencia se convierte en una poderosa herramienta porque muestra la resiliencia humana en su forma más real y cruda. Cuando el equipo percibe que el líder, a pesar de sus propias dudas, sigue adelante con compromiso, se genera un impulso colectivo para moverse hacia la reconstrucción.

Un líder efectivo, en medio del caos, toma decisiones claras sobre las prioridades que deben gestionarse. Cualquier desastre, con su devastación repentina, deja claro que a veces es esencial priorizar lo inmediato sobre lo planificado. En estos momentos, las prioridades cambian, y es responsabilidad del líder identificarlas y trabajar con el equipo para hacerles frente.

En situaciones adversas, cuando todo parece estar en contra, es esencial que el líder se concentre en lo más importante. ¿Qué significa esto? Implica identificar aquellos factores que más impactarán el éxito del equipo o de la organización. No se trata de mantener el ritmo de trabajo habitual, sino de entender que, durante un tiempo, algunos objetivos deberán ser pospuestos o incluso abandonados, porque con el nuevo panorama ya no tengan sentido

En una crisis lo prioritario es la seguridad del equipo, que se sientan protegidos por el grupo encabezado por el líder. Es ahí donde estos deben cambiar sus planes, ofreciendo a sus equipos apoyo y comprensión en lugar de expectativas inalcanzables. La capacidad de priorizar no solo reduce el estrés y la confusión, sino que también permite al equipo enfocarse en aquellas acciones que realmente marcarán una diferencia.

En tiempos de dificultad, el líder debe confiar en su equipo más que nunca. Esta confianza no es simplemente una cuestión de delegar tareas, sino de crear un entorno en el que cada persona pueda expresar sus ideas, preocupaciones y posibles soluciones sin temor. De hecho, en un momento de crisis, las mejores respuestas suelen provenir de aquellos que se sienten con libertad para comunicar lo que piensan, siempre desde el respeto hacia los demás. Esto es innegociable. Los líderes que construyen un ambiente de confianza profunda se aseguran de que cada miembro de su equipo se sienta valorado y escuchado, lo que facilita la cooperación y la iniciativa.

En momentos críticos, cada miembro del equipo tiene un papel único que desempeñar. Al fortalecer la confianza en cada individuo el líder no sólo hace frente a la crisis, sino que también construye una base sólida para el crecimiento futuro. De esta manera, el equipo se convierte en un recurso resiliente y capaz de adaptarse a situaciones adversas, preparado para actuar con rapidez y con una voluntad común de salir adelante.

Cuando se lidera después de recibir un golpe personal o profesional, la empatía se convierte en un recurso esencial. La empatía genuina no es solo una actitud compasiva, sino una disposición práctica que permite entender y anticiparse a las emociones y necesidades de los demás. En medio de una tragedia, los líderes que están experimentado sus propias pérdidas o dificultades personales encuentran una fuente de fortaleza para guiar a sus equipos. Saber lo que se siente perder o sufrir es una gran dificultad que les permite conectar con los demás en un nivel más profundo.

La empatía ayuda a que los equipos se sientan apoyados y comprendidos, lo cual reduce las barreras de comunicación y aumenta el compromiso. Un líder empático escucha, valida y entiende. Sabe que la crisis ha afectado a su equipo no solo profesionalmente, sino también personalmente, y toma en cuenta estas circunstancias a la hora de planificar los pasos que se deben seguir.

Las adversidades nos enseñan, y en cada revés se esconde una lección valiosa. Para los líderes, uno de los mayores aprendizajes es reconocer que no tienen todas las respuestas y que está bien no tenerlas. La fortaleza del líder no se mide por su capacidad de actuar solo, sino por su habilidad para rodearse de un equipo en el que confía plenamente. Saber pedir ayuda, buscar consejo y admitir vulnerabilidades es, en realidad, una demostración de gran liderazgo.

Igualmente es fundamental el valor de la humanidad en el ámbito profesional. Los momentos de crisis nos exigen adaptabilidad y fortaleza, pero también humildad. El liderazgo que emerge de un revés fuerte es uno que valora la vida, la solidaridad y el bienestar colectivo por encima de cualquier otro objetivo.

Liderar en tiempos revueltos no es tarea fácil, pero es en esos momentos cuando los líderes realmente dejan su huella. Las crisis nos obligan a reconstruir, a redefinir prioridades y a fortalecer los lazos de confianza y empatía en nuestros equipos. La experiencia y la resiliencia adquiridas en momentos de dificultad, permiten a los líderes avanzar con una visión más humana y comprensiva.

Para los líderes que han experimentado un golpe tremendo, la tragedia no es solo una prueba, sino una oportunidad para aprender, inspirar y construir un futuro mejor. El liderazgo efectivo no se mide por la ausencia de problemas, sino por la forma en que enfrentamos los desafíos con integridad y empatía, con la esperanza de que, juntos, podemos superar cualquier adversidad.

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