Hace tiempo que Nueva York perdió el título honorífico de “ciudad de los rascacielos” y más lejos queda cuando la Escuela de Chicago convirtió la “ciudad del viento” en el máximo exponente en materia de construcción de edificios de gran altura. La construcción de rascacielos suele reflejar el poderío económico de países, ciudades y empresas. […]
Dirigentes Digital
| 10 ene 2018
Hace tiempo que Nueva York perdió el título honorífico de “ciudad de los rascacielos” y más lejos queda cuando la Escuela de Chicago convirtió la “ciudad del viento” en el máximo exponente en materia de construcción de edificios de gran altura. La construcción de rascacielos suele reflejar el poderío económico de países, ciudades y empresas. Como síntoma del fenómeno de la globalización y la traslación del eje de poder económico mundial de occidente hacia oriente, lo cierto es que la ejecución de estos gigantescos edificios está experimentando un gran auge en el hemisferio oriental del planeta. En efecto, las ciudades estadounidenses vivieron un boom de este tipo de construcciones durante el siglo XX, pero ya a finales del siglo pasado y comienzos de este, urbes como Hong Kong, Shanghai, Shenzen o Dubai han experimentado tal auge, que los antiguos Empire State, Chrysler Building o la misma antigua Torre Sears parecen modestos edificios de oficinas en comparación de los nuevos gigantes asiáticos. El 2017 fue el año en el que más rascacielos se construyeron de la historia, 144 en total frente a los 127 del 2016. Según The Council On Tall Buildings and Urban Habitat, China fue el número uno en la construcción de edificios de más de 200 metros de altura. Si atendemos al gráfico de Statista, la comparación entre el gigante chino y el resto no deja lugar a dudas. La fiebre por los edificios gigantes es más que plausible. Hasta 76 rascacielos vieron la luz en ciudades chinas, destacando por encima del resto la urbe de Shenzen, capital tecnológica del país y que hace apenas unas décadas era un mero pueblecito de pescadores. Hoy, el flamante Ping An Finance Centre, de 599 metros es sólo un ejemplo de una urbe ubicada en la frontera con Hong Kong y que en apenas unos años ha sido capaz de situarse no sólo como un competidor de la ex colonia británica en materia de grandes edificios, sino también en impulso económico. Europa, con la salvedad de contados ejemplos como la capital financiera de Alemania, Fráncfort, o los distritos de negocios de la City y Canary Wharf en Londres o de La Défense, en París, no es terreno abonado para estas obras faraónicas. Tampoco España, que apenas cuenta con 4 edificios, las 4 Torres de Madrid, que superen los 200 metros de altura. Ni siquiera el mayor exponente ibérico de los rascacielos, Benidorm, consigue colocar un edificio en esta clasificación. Los 192 metros del inacabado Intempo, el bloque más alto de la ciudad costera alicantina, no merecen ni el título de rascacielos si atendemos a los criterios de The Council On Tall Buildings and Urban Habitat. Más estadísticas en Statista