El negocio de ‘lo falso’

Zapatillas, joyas, tecnología…el negocio de los productos falsificados movió 461.000 millones de dólares. Según el informe ‘El comercio de productos falsificados y pirateados: impacto económico a escala mundial’ elaborado por la Oficina de propiedad intelectual de la UE y la OCDE, el alcance del fenómeno es aparentemente mayor que hace una década. Otro estudio similar realizado en 2008 estimaba su impacto en el 1,9% de las importaciones mundiales, 200.000 millones de dólares. Según el documento, "el comercio de estos productos se ha convertido en una gran amenaza para cualquier economía moderna basada en el conocimiento".

Un análisis específico de la Unión Europea indica que, en 2013, las importaciones de productos falsificados y pirateados ascendieron hasta el 5% de las importaciones, es decir, 85. 000 millones de euros.

El negocio de ‘lo falso’ afecta a todo tipo de productos, desde artículos de alta calidad y lujo relativo, como relojes de pulsera, perfumes o artículos de cuero, hasta productos de comercio entre empresas, como máquinas, sustancias químicas o piezas de repuesto incluidos en todas las gamas de precios, pasando por productos de uso común como juguetes, medicamentos, cosméticos y alimentos.

"Se han dado casos, incluso, de incautación de falsificaciones (vulneración de la marca) de productos frescos como fresas, plátanos, canela o aceite de coco", recoge el documento que, además, alerta sobre los peligros para la seguridad y la salud de las falsificaciones de medicamentos, respuestos y juguetes que pueden ser de muy baja calidad.

La mayoría de China

Los productos falsificados y pirateados pueden proceder de prácticamente cualquier economía de cualquier continente, aunque China figura como la mayor economía productora de los mismos. El estudio señala que, "las economías de ingresos medios y emergentes suelen ser importantes agentes en los mercados internacionales para los productos falsificados y pirateados".

A la mayoría de las marcas les afectan las falsificaciones pero la mayoría de los productos que son objeto de falsificación están registrados en países de la OCDE, en particular, los Estados Unidos, Italia, Francia, Suiza, Japón, Alemania, el Reino Unido y Luxemburgo.

Las rutas de comercialización son complejas y pueden variar con facilidad aunque Hong Kong, China o Singapur, son centros relevantes para el comercio internacional en general. El análisis muestra notables cambios de un año a otro, lo que refleja la capacidad de las redes de falsificación y delincuencia para identificar con rapidez los puntos débiles y las lagunas.

Otro aspecto a destacar es el aumento de los envíos pequeños, fundamentalmente por correo o servicios de envío urgente. La disminución de los costes de estos tipos de transporte y la creciente importancia de Internet supone para los traficantes un modo de evitar la detección y reducir el riesgo de ser objeto de sanciones.

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