Los precios de las materias primas se han reducido durante los últimos años y, a consecuencia de ello, las monedas africanas se depreciaron un 20% entre 2013 y 2016. Los movimientos de divisas han originado crisis de liquidez, que han perturbado la actividad de las empresas, junto con las imposiciones de controles de capital. Estos […]
Dirigentes Digital
| 06 may 2018
Los precios de las materias primas se han reducido durante los últimos años y, a consecuencia de ello, las monedas africanas se depreciaron un 20% entre 2013 y 2016. Los movimientos de divisas han originado crisis de liquidez, que han perturbado la actividad de las empresas, junto con las imposiciones de controles de capital. Estos hechos están relacionados con el encarecimiento de los productos importados, además de que la deuda se eleva en el cambio a moneda extranjera. Según afirma Coface, aseguradora de crédito global, la devaluación de las monedas africanas comenzó a moderarse en 2017, sobre todo en África del Sur (Sudáfrica, Zambia y Mozambique), donde se observó una relativa estabilización de los tipos de cambio, gracias al régimen de tipo de cambio flotante y a la evolución de la balanza comercial. Así, según el índice EMPI, que mide el nivel de estrés en el mercado de divisas, entre 2016 y 2017, los índices de tensión también disminuyeron en los países con regímenes de cambio menos flexibles, como es el caso de la Unión Económica y Monetaria del África Occidental (Benin, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Mali, Níger, Senegal y Togo). En Nigeria, la drástica caída de los EMPIs observada en 2017 se debió a la recuperación de los precios del petróleo y a la apertura en abril de 2017 de una ventana de cambio para los inversores y los exportadores. Contrasta con la situación del norte de África. Mientras que Argelia y Túnez siguen con índices de presión elevados, se observa una evolución en Libia, apoyada por la reanudación de la producción petrolera en 2017. Por su parte, en Egipto, donde los EMPIs (que llegaron casi al 91% a finales de 2016) registraron valores negativos en 2017, en línea con la estabilización de la libra y un aumento de las reservas del 80%. Sin embargo, los desequilibrios heredados del periodo 2014-2016 aún ejercen presión sobre ciertas monedas. Las reservas continúan disminuyendo en Angola (donde persiste la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo del Kwanza). Las tensiones subsisten en los países afectados por el brote de Ébola de 2014, como Guinea, Liberia y Sierra Leona. En Etiopía, el persistente déficit por cuenta corriente ejerce presiones sobre las reservas y la moneda, que permanece devaluada en torno a un 7%. Las reservas de divisas se han agotado, ya que desde 2014 se ha recurrido a éstas considerablemente para respaldar a las monedas. Mientras que en 2014, el nivel medio de cobertura de las importaciones era de 3,9 meses, en 2017 se redujo a 3,2 meses. Los países que cuentan con reservas más importantes ya no son inmunes a esta tendencia, ya que debido a su dependencia de las materias primas no procesadas, la disminución de las reservas puede ser extremadamente rápida, exponiendo al mercado cambiario a fluctuaciones drásticas. Este es el caso, por ejemplo, de los países exportadores de materias primas agrícolas, en un contexto de precios relativamente bajos para ciertos cultivos comerciales como el cacao (Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún), y el café (Etiopía, Uganda y Tanzania).