Por Jesús Molina, Head of Partners de Dojo
Jesús Molina
| 26 nov 2024
El Black Friday es una de las ventanas de consumo más señaladas del calendario. Una oportunidad única para aumentar las ventas, fidelizar clientes y fortalecer la posición en un mercado cada vez más global, digitalizado y competitivo. Según la firma idealo.es, 6 de cada 10 españoles prevé realizar compras este ‘Viernes Negro’, con un gasto medio de 300 euros. Esto explica el interés de los comercios, y en especial de las pymes, en este día.
A diferencia de años anteriores, ofrecer el mejor precio ya no será suficiente para sacar el máximo partido a esta campaña. Hoy en día, los usuarios demandan una experiencia de consumo enriquecida en la que cada paso del proceso es clave para que la compra tenga lugar. Desde el instante en el que se entra en contacto con la marca hasta la atención postventa que se ofrece, ahora más que nunca, cada detalle cuenta.
Este nuevo paradigma otorga un gran protagonismo al proceso de pago por el potencial de añadir valor al ‘customer journey’ en términos de confianza y satisfacción del cliente. Un factor que no hay que dejar de lado en un período con una demanda muy alta y en el que las reseñas negativas son tan poderosas como las buenas recomendaciones. Sobre todo, con la vista puesta en lo que ocurrió a finales de 2023, cuando algunos usuarios denunciaron en redes sociales la caída generalizada y repetida de los sistemas de pago de miles de comercios.
Para huir de este tipo de situaciones, cobra vital importancia que los negocios dispongan de un sólido sistema de pagos que asegure la continuidad del servicio. La vanguardia en la industria de los pagos pasa actualmente por contar con una infraestructura robusta, con una red de servidores ubicados en diferentes localizaciones, que deje a un lado posibles fallos de conexión en pro de un servicio sin ningún tipo de interrupciones.
Más allá de lo relativo a la conectividad, es importante dar respuesta a las necesidades de un consumidor que precisa más agilidad, flexibilidad y seguridad en los pagos. Una demanda cada vez más común que se debe abordar atendiendo una serie de claves cuyo fin último es ofrecer un proceso de pago casi imperceptible para el comprador.
Con este propósito, el primer paso es disponer de una solución que garantice una buena integración entre la solución de pago y el software de gestión empresarial. Así, todos los procesos y los datos que se generan se sincronizan, lo que aporta más fluidez a las transacciones, con independencia de su volumen. De esta manera, se reducen los errores operativos y todo el proceso queda automatizado.
Un ejemplo de buena integración son las tiendas de alimentación en las que el precio de la compra aparece en el terminal de pago automáticamente una vez acabado el escaneo de los productos. En este caso, se elimina cualquier fricción en favor de la naturalidad y la calidad que han estado presentes en el resto de fases del proceso de compra. Una mejora que evita errores al teclear el importe, el doble cargo o la interrupción del flujo de caja, entre otras incidencias que repercuten negativamente en el cliente.
Adicionalmente, el sistema de pagos también debe adaptarse a las preferencias de cada usuario. Esto se traduce en poner a su alcance una gran variedad de canales y modalidades de pago entre las que escoger en función de su conveniencia. Aceptar distintos métodos de pago (tarjetas, pagos móviles, wearables, contactless…) incrementa las posibilidades de conversión, reduce las opciones de abandono del carrito, ya sea en la tienda física u online, y suma en la fidelización de un cliente que ve que sus necesidades son atendidas.
Asimismo, es importante valorar la omnicanalidad como otro vehículo de flexibilidad al acompañar al comprador sin importar el lugar en el que esté y cuándo quiere realizar el pago. Una cuestión vital en un entorno en el que los límites entre lo físico y digital están difuminados. Gracias a ello, la experiencia de compra queda unificada y personalizada a la vez que se recogen datos consolidados de las preferencias y los intereses del cliente que son útiles para captar su atención a futuros con mayor precisión.
En este sentido, las últimas innovaciones en materia de pagos son capaces de recopilar y ofrecer datos de todas las transacciones que pueden ser muy interesantes para potenciar diferentes acciones de marketing y para optimizar la experiencia del consumidor. Tener información de los patrones de compra, como las horas de mayor número ventas o los métodos de pago más comunes, posibilita el diseño de estrategias y planes comerciales que reporten mejores resultados.
Con todo ello, queda claro que las campañas con alto consumo, como el Black Friday, son oportunidades para ofrecer al cliente una experiencia de calidad con la que ganar su lealtad y consolidar una relación a largo plazo que haga crecer el negocio. Un terreno de juego en el que el éxito es implementar una solución fiable, que aporte agilidad y flexibilidad, y adaptada a las necesidades del consumidor para salvar el reto de las interrupciones en los pagos.