Opinión de Sergi Barros, analista de Política Internacional.
Sergi Barros
| 28 nov 2024
Con una población superior a los 650 millones de personas y con optimistas proyecciones de crecimiento económico para los próximos años, el Sudeste Asiático se impone como uno de los más prometedores mercados emergentes. Su atractivo internacional recae en factores económicos y geopolíticos que alientan a una inversión extranjera multisectorial bajo el paraguas de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN).
Con una tasa de crecimiento desigual entre sus 11 países —Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia, Timor Oriental y Vietnam—, desde 2010, la subregión muestra un crecimiento interanual de su PIB, con ligeras contracciones puntuales. En paralelo, se aprecia un incremento progresivo del Índice de Desarrollo Humano —con una media de 0.731, por encima de los Estados Árabes y por debajo de Europa—, constatando la irrupción de una nueva clase media que amplía la base del mercado de consumidores en el Sudeste Asiático.
Las tensiones geopolíticas entre Washington y Beijing por el Mar de la China Meridional han servido de estímulo para la inversión extranjera. Desde la inversión directa, hasta la reubicación de las cadenas de suministro para reducir la dependencia del sector privado hacia China, la subregión ha mostrado habilidad en explotar esta situación en beneficio propio mediante una diplomacia de equilibrio. La mejora de sus posiciones diplomáticas y económicas se ha visto reflejada en favorables acuerdos económicos y militares con ambas partes, como el Acuerdo de Libre Comercio entre Vietnam y los Estados Unidos o la inversión china en infraestructura militar en Laos.
Más allá de la discordia sinoestadounidense, la apertura de sus mercados se inspira en una estrategia de apertura controlada. Sus políticas proteccionistas quedan reservadas para sectores estratégicos, como el agrícola en Tailandia, Indonesia y Vietnam. También el sector mediático y de las telecomunicaciones, con gran potencial de crecimiento, se encuentra altamente regulado para actores extranjeros e, incluso, restringido en países como Vietnam y Tailandia por motivos de seguridad nacional. Entre los mercados de mayor atractivo para la inversión se encuentra el sector manufacturero, donde existen clústeres industriales especializados en la producción de bienes electrónicos, automotrices y textiles en países como Tailandia, Malasia y Filipinas.
La irrupción de la nueva clase media sudasiática también abre las puertas a un mercado urbanístico poco saturado. Con una población más cosmopolita y necesitada de soluciones urbanísticas, desde la ASEAN se promueven estrategias de urbanización sostenible, fomentando la inversión en soluciones de digitalización, seguridad y sostenibilidad para transformar sus ciudades en “smart cities”.
El Sudeste Asiático se presenta al mundo como una subregión con más oportunidades que desafíos. Si bien la alineación hacia un mayor comercio intrarregional y los acuerdos comerciales internacionales ofrecen un entorno propicio para la inversión extranjera, la heterogeneidad e incertidumbre regulatoria pueden suponer obstáculos.