Junto a varios de sus vecinos del sur de Europa, España se vio especialmente castigada por la crisis financiera que estalló en 2008. La subida vertiginosa del desempleo, la creación de una dañina burbuja inmobiliaria y una crisis bancaria que hizo estragos entre las cajas de ahorros fueron dolorosos síntomas de una crisis que hizo […]
Dirigentes Digital
| 25 jun 2015
Junto a varios de sus vecinos del sur de Europa, España se vio especialmente castigada por la crisis financiera que estalló en 2008. La subida vertiginosa del desempleo, la creación de una dañina burbuja inmobiliaria y una crisis bancaria que hizo estragos entre las cajas de ahorros fueron dolorosos síntomas de una crisis que hizo tambalearse a la economía nacional y que afectó seriamente a la confianza de las empresas.
Este año, el gobierno centroderechista del primer ministro Mariano Rajoy tiene cita en las urnas. Las próximas elecciones generales españolas brindarán a los ciudadanos la oportunidad de juzgar los éxitos de las recientes reformas del mercado laboral y del sistema tributario, y en última instancia, de decidir sobre la futura dirección económica del país.
Frente a este trasfondo, la gira de presentación de tres días de Newton Investment en Madrid, Barcelona y Bilbao me ofreció una oportunidad excelente para hablar con profesionales de la inversión locales y evaluar el actual sentimiento económico.
Mi impresión fue que la economía española está recuperándose gradualmente. Según algunos analistas económicos, incluso se prevé que España será la mayor economía de la eurozona en lograr un crecimiento anual cercano al 3% en 2015.
Aunque la tasa de paro todavía es elevada (superior al 20%), al menos se ha estabilizado y está comenzando a caer. El sobrevalorado mercado de la propiedad también se ha calmado, y el sistema bancario se ha estabilizado hasta el punto que vuelve a ser capaz de brindar apoyo real a varios sectores de la economía.
Las mejoras del sector bancario español son particularmente alentadoras. A nivel macroeconómico, el programa de flexibilización cuantitativa (QE) del Banco Central Europeo depende de un sistema bancario europeo que funcione plenamente; ahora, tras un periodo difícil, España está desempeñando su papel a este respecto.
También existen señales claras de que la implementación de tipos de interés muy bajos o incluso negativos por parte del BCE en septiembre del año pasado por fin está teniendo efecto en el mercado español. Los tipos de interés que ofrecen los bancos a los inversores españoles en efectivo han caído de forma significativa; en nuestra anterior visita a España, hace un par de años, competíamos con tipos de depósito locales del 3% al 4%, y con un mercado de renta fija en el que el bono del Estado a 10 años ofrecía una rentabilidad por cupón de entre el 4% y el 5%. En tal entorno, era muy difícil vender productos de renta fija de ámbito global.
Ahora que las tasas de efectivo han caído hasta niveles más cercanos al 1%, y que la remuneración de la deuda pública a 10 años supera ligeramente el 1%, el mercado de deuda ofrece un campo de juego más competitivo. A nivel doméstico, los inversores españoles están retirando cada vez más dinero de sus bancos y colocándolo en fondos de inversión, lo cual podría contribuir con el tiempo a reequilibrar la economía.
Con las elecciones cada vez más cerca, la política ha vuelto a un primer plano. Sin embargo, pese a la gran atención que suele prestarse a los varios movimientos separatistas en España, no detecté entusiasmo alguno ni expectativas de grandes cambios en las distintas regiones del país entre los profesionales españoles con los que tuve oportunidad de charlar.
De igual modo, muchos de mis interlocutores se muestran indiferentes ante el auge del partido anti-austeridad Podemos; acertada o no, la opinión general es que el partido no tiene políticas definidas más allá de su postura central contra la austeridad, y no está haciendo más que atraer votos de protesta a corto plazo. En términos regionales, las secuelas del éxito electoral de Syriza en Grecia también han demostrado claramente a los votantes españoles lo difícil que resulta a estos partidos mantener sus promesas.
Más allá de estos temas regionales, España continúa afianzando su lenta vuelta a la recuperación. Viajando de una ciudad a otra en la avanzada red ferroviaria de alta velocidad española, salta a la vista el desarrollo y el progreso económicos que ha logrado el país en la era moderna. Ahora, la esperanza es que el país sea capaz de dejar atrás los años de recesión económica y que vuelva a concentrarse en sentar las bases de su prosperidad futura.