La autoridad monetaria de la Eurozona dará a conocer su decisión sobre los tipos de interés a las 13:45 horas del jueves, y su presidente, Mario Draghi, comparecerá ante la prensa a las 14: 30 horas. No se esperan cambios en el precio del dinero, que se encuentra en mínimos históricos (0,05%), pero el mercado […]
Dirigentes Digital
| 19 ene 2015
La autoridad monetaria de la Eurozona dará a conocer su decisión sobre los tipos de interés a las 13:45 horas del jueves, y su presidente, Mario Draghi, comparecerá ante la prensa a las 14: 30 horas. No se esperan cambios en el precio del dinero, que se encuentra en mínimos históricos (0,05%), pero el mercado descuenta desde hace tiempo el esperado Quantitative Easing (QE), que incluya adquisiciones de bonos soberanos y corporativos.
El 90% de los economistas consultados por Reuters apuesta porque el BCE implementará, tarde o temprano, una flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas en inglés) al estilo de la Reserva Federal (Fed). Estos expertos dan una probabilidad del 70% a que el anuncio de la misma se produzca esta semana; todos menos uno (la agencia ha consultado a 53) creen que sino actúa este mes, lo hará en marzo.
No duda el consenso de estas compras, pero sí se quiebra la cabeza en torno a las características de este esperado programa. Entre otras, cómo se distribuirá esa compra de activos. Desde hace tiempo se maneja la idea de que el BCE distribuya la compra de deuda según la aportación de cada país al organismo central. Es decir, ¿sería entonces Alemania el principal receptor de esas compras? Y si es así, ¿qué sentido práctico tiene para el resto de países con mayores dificultades?
El medio alemán Der Spiegel ya ha puesto sobre la mesa este punto, y lo señala como uno de los principales temas tratados en la conversación que la pasada semana mantuvo el presidente del BCE con la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de finanzas del país Wolfgang Schaeuble. Según la publicación, el plan es que los bancos centrales nacionales sean los que compren bonos emitidos por su propio país. Así, el organismo no se vería comprometido si se produce un impago o una salida del euro. El límite se situaría entre el 20% y el 25% sobre las compras totales de la deuda de cada país. Y el punto más polémico: Grecia sería excluida del programa porque sus bonos no cumplirían con los criterios necesarios de calidad.
Klaas Knot, gobernador del banco central holandés, ha sido uno de los primeros en pronunciarse a las filtraciones, asegurando que él apoyaría que se pusiera a los bancos centrales nacionales a cargo del QE. "Si cada banco central sólo comprara deuda de su propio país, el peligro de una redistribución indeseada de riesgo financiero sería menor", ha asegurado. "Tenemos que evitar que las decisiones se tomen a través de la puerta trasera del BCE, que tienen que seguir reservándose para los políticos electos en los países de la euro zona", insistía.
¿Cuánto se destinará?
Otra de las cuestiones clave es el importe del mismo: "Bajo la necesidad de buscar el máximo acuerdo posible, es complicado que sea muy superior de entrada a los 500.000/600.000 millones. No sería extraño entonces que, tras un primer anuncio más tarde, en un año quizás, haya un segundo anuncio de QE. Un QE2", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.
En este sentido, el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), espera que el BCE ponga en marcha dos programas: "El primero, que Mario Draghi anunciará con toda probabilidad en la reunión del día 22, arrancará en marzo o abril y el otro podría desarrollarse en el último trimestre del año, si se confirma el estancamiento de algunas economías importantes como Alemania, Italia y Francia".
La mayor parte de los expertos prevé que el BCE restringirá de alguna manera el QE y la idea generalizada es que la autoridad monetaria expanda su balance en un billón de euros para finales del año que viene, que es el objetivo fijado por el propio Draghi.
Más allá de los detalles de las compras, el mercado se cuestiona también cuál será su impacto. La opinión mayoritaria es que la compra de bonos soberanos ayudará a repuntar a la inflación hasta el objetivo del BCE, por lo que será improbable que la Eurozona se vea inmersa en un largo periodo de bajos precios. Aún así, no se espera que estos comiencen a repuntar al menos hasta julio.
Para Bank of America Merrill Lynch, las compras del BCE no están del todo descontadas en los tipos, aunque sí en el mercado de divisas. Por ello, estiman que las tasas bajarán, mientras que el euro no se debilitará mucho más, "a no ser que el programa sea sorprendentemente grande o con un final abierto".
Tampoco prevén un gran impacto en el crecimiento de la Eurozona, pues los hogares del Viejo Continente disponen de menos activos financieros que sus homólogos estadounidenses y la propensión a gastar también es menor.
Grecia y Syriza, Syriza y Grecia
Tras el anuncio (o no) del BCE, los inversores centrarán su atención en una "cita" que se producirá con los mercados cerrados: el domingo Grecia acude a las urnas y las encuestas siguen dando como vencedora a la formación de izquierdas Syriza.
Tras el "susto" inicial al conocerse el adelanto electoral, los analistas de Renta 4 tranquilizan: "El mercado empieza a barajar que tanto el partido de Alexis Tsipiras como la Unión Europea (UE) flexibilicen sus posturas y que, por tanto, evitemos escenarios extremos como el ‘Grexit’ (salida de Grecia del euro)".
En este sentido, Deutsche Bank recuerda que la diferencia con 2012, cuando este partido también fue favorito para ganar las elecciones, "es que ha rebajado su discurso, quieren mantenerse dentro del euro… lo normal es que si finalmente resultan vencedores se hable de una reestructuración de los vencimientos e, incluso, de una carencia durante un tiempo, pero ya no de default".
Aún así, reconocen que "la volatilidad continuará por lo menos hasta el 25 de enero y después hasta que no formen Gobierno", porque lo que sí parece claro es que no habrá mayorías para nadie en Atenas.