Las gestoras han comenzado ya a dar sus previsiones para la recta final del año, y pocas sitúan a la renta fija como activo ganador de cara a los próximos meses. Eso sí, la mayoría se resisten también a mencionar la palabra "burbuja" para referirse a este mercado. Lo cierto es que la renta fija […]
Dirigentes Digital
| 17 sep 2015
Las gestoras han comenzado ya a dar sus previsiones para la recta final del año, y pocas sitúan a la renta fija como activo ganador de cara a los próximos meses. Eso sí, la mayoría se resisten también a mencionar la palabra "burbuja" para referirse a este mercado. Lo cierto es que la renta fija ha vivido unos meses muy agitados, coincidiendo además con correcciones en los mercados bursátiles que han hecho comprender a los inversores la necesidad de diversificar cartera más allá de los activos tradicionalmente considerados como un refugio.
Según datos de Morningstar, los fondos de renta fija volvieron a ser protagonistas en agosto por los flujos negativos que registraron. Por un lado, la categoría de Renta Fija Diversificada en Euros registró reembolsos netos cercanos a los 480 millones de euros, mientras que los fondos de RF Deuda a Plazo Fijo sufrieron salidas por valor de 367 millones de euros.
Tal y como recuerdan desde la firma, estos últimos fondos fueron muy populares y promovidos por la mayoría de las grandes gestoras durante 2013 y parte de 2014, si bien desde la segunda mitad del año pasado el goteo de salidas ha sido constante.
Y es que este 2015 ha estado caracterizado por una caída en las rentabilidades globales de este segmento del mercado sin precedentes. Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania e incluso España han llegado a emitir deuda a tipos negativos en el mercado. Es decir: a cobrar a los inversores por fianciarse. La misma experiencia han vivido algunas compañías en el mercado de deuda corporativa en euros, como Royal Dutch Shell, Nestle o Novartis.
Ante este escenario, la búsqueda de rendimiento ha obligado a muchos inversores y gestores de fondos a elevar sus niveles de riesgo, a través de inversiones, por ejemplo, en bonos de peor calidad crediticia, para cumplir con los objetivos de rentabilidad. De hecho, y según un reciente informe de Markit, los inversores europeos han invertido un récord de 5.610 millones de dólares en ETFs con exposición a los mercados de bonos high yield estadounidenses este año, muy por encima del récord anual registrado de 3.980 millones de dólares.
Pero, ¿merece la pena este proceso de rotación? Muchas voces apuntan a que, a pesar de la correlación negativa con la evolución de la renta variable, los inversores no deben desestimar el poder de los bonos como elemento diversificador de las carteras. Y recuerdan que, en Europa, los bajos niveles de inflación hacen que este tipo de activos, y los monetarios, sigan ofreciendo rentabilidades reales positivas a los inversores. Pero cuidado. La subida de tipos puede generar una nueva oleada de flujos hacia una puerta de salida que, en muchos casos, puede ser demasiado pequeña para tantos inversores.
Un reciente informe de Lipper demuestra cómo las tendencias de bonos con rating BBB- se han incrementado notablemente en los últimos cinco años. De hecho, los gestores de fondos de renta fija mantienen un 38,4% asignado al mercado de crédito con esta calificación, frente al 17,4% de hace cinco años.
Y el problema es que, en lo que a renta fija se refiere, el miedo a una crisis de liquidez se ha incrementado en los últimos años, con el imparable crecimiento de ciertos productos reyes como el M&G Strategic Corporate Bond, el Invesco Perpetual Corporate Bond Fund o el Fidelity Moneybuilder Income Fund. Es decir, al final, la mayoría de los inversores poseen los mismos fondos. Y los expertos lo tienen claro: solo la diversificación en regiones y duración puede evitar un desastre mayor que un año de rentabilidades negativas en cartera.