Una vez considerado un líder en el terreno, Google ha perdido su ventaja frente a otras empresas, persiguiendo servicios de coche autónomo menos ambiciosos, comentan a Bloomberg ex miembros del proyecto y otras personas familiarizadas con la situación. "Necesitan un socio, una fuerza de ventas, una estrategia," dijo Roger Lanctot, director asociado de Global Automotive.
El proyecto de Google comenzó en 2009, mucho antes de que los fabricantes de automóviles y la mayoría de las empresas considerara esta tecnología como una alternativa seria.
Pero cuando Singapur dio a conocer el primer servicio de taxi autónomo en agosto, Google no estaba involucrado. En lugar de ello, una pequeña empresa llamada NuTonomy proporcionó la tecnología necesaria. Uber Technologies, fundada en 2009, pronto permitirá a los usuarios de su popular aplicación para compartir trayecto que viajen en coches autónomos.
Google lleva más de 1,8 millones de millas en las pruebas en vía pública con el objetivo de perfeccionar su software para manejar situaciones difíciles, tales como conducir en la nieve. Tesla Motors ya ofrece características parcialmente autónomas en más de 70.000 de sus coches eléctricos, y Otto, una empresa dirigida por antiguos miembros del proyecto del coche de Google, está desarrollando un sistema de autoconducción de camiones en las carreteras, un reto tecnológico más fácil que al que Google se enfrenta. Uber adquirió Otto en julio.
"Google todavía tiene un sistema imperfecto y ningún camino claro para llegar al mercado," dijo Ajay Juneja, CEO de Speak Whit Me, que ofrece reconocimiento de voz y tecnología relacionada para los coches, relojes y otros dispositivos conectados.
Desafío más amplio
Alphabet se enfrenta al reto de convertir proyectos de investigación en negocios rentables. La compañía es más cautelosa que otras con el despliegue de nueva tecnología. También hay una barrera cada vez más alta dentro de la compañía que deben superar los proyectos, ya que la directora financiera Ruth Porat ha dicho que requiere rutas más claras hacia la rentabilidad antes de aprobar fondos.
Posiblemente el mayor lastre para el programa de automoción de Google es el gran alcance de sus ambiciones. Su objetivo es revolucionar el transporte a través de la plena autonomía. Para ello el software debe estar muy bien capacitado para manejar todos los posibles ‘contratiempos’.
El servicio que ofrece Uber, que está vinculado a los teléfonos inteligentes de los conductores y pasajeros, puede generar muchos más datos de conducción que las pruebas de Google, una muestra de datos necesaria para guiar vehículos autónomos, según un reciente informe de Morgan Stanley. "Uber registra el mayor número de millas. Si bien ninguna de estas millas son totalmente autónomas en la actualidad, sólo señalamos la adquisición de experiencia que puede acelerar el desarrollo de la inteligencia artificial, la cartografía y el aprendizaje para el vehículo autónomo". Tesla, con miles de coches conectados a Internet en la carretera, tiene una ventaja de datos similar, señala un ex miembro del proyecto de Google.
Google necesita socios
Aunque la compañía llegó a un acuerdo en mayo con Fiat Chrysler, las conversaciones con otras compañías de automóviles, como Ford todavía tienen que producir ofertas de alto volumen. Y muchas compañías de automóviles están llevando a cabo sus propias estrategias en el mercado de la autoconducción.
Algunos de los responsables que iniciaron de 0 este proyecto de Google terminaron por perder la paciencia y abandonar la compañía, ya que entendían que las altas esferas de la tecnológica no comprendían sus avances. Algunos de ellos intentaron centrarse en un tipo de vehículo semi autónomo, pero Larry Page no lo permitió.
Lo cierto es que el despliegue de la tecnología autónoma parcial puede ser arriesgada. Las funciones de asistencia al conductor de Tesla, conocido como piloto automático, han estado en el punto de mira desde un accidente mortal que tuvo lugar en mayo. En 2012, Google permitió a sus empleados probar un sistema similar para la conducción en carretera automatizada y algunos fallos convencieron a la empresa de que debía buscar la plena autonomía, aunque le llevara más tiempo.
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