Con tres reuniones de bancos centrales (Banco de Japón, Fed y Banco de Inglaterra) a lo largo de estos cinco días y unas elecciones cruciales (las de Estados Unidos) en apenas una semana, lo cierto, es que más allá de lo ya descontado por los precios, el horizonte de los bonos (tanto a corto como […]
Dirigentes Digital
| 31 oct 2016
Con tres reuniones de bancos centrales (Banco de Japón, Fed y Banco de Inglaterra) a lo largo de estos cinco días y unas elecciones cruciales (las de Estados Unidos) en apenas una semana, lo cierto, es que más allá de lo ya descontado por los precios, el horizonte de los bonos (tanto a corto como a medio plazo) se ha enturbiado, ante un posible cambio de paradigma, quizá apenas perceptible, pero clave en las condiciones actuales. Y es que con las rentabilidades de la deuda soberana reducidas a la mínima expresión (negativas aún en muchos casos), cualquier variación, por mínima que sea, supone un salto cuantitativo. De “riesgo de sobrevaloración de los bonos soberanos a largo plazo”, advierte el Departamento de Análisis de Bankinter. Apuntan estos expertos a la mejora del ciclo y también de la inflación, aún en niveles reducidos, sí, pero “suficiente para que las autoridades monetarias lancen mensajes con un tono menos acomodaticio”. El consenso descuenta que la Fed dejará claro este miércoles su intención de subir los tipos en diciembre; mientras ni BoE ni BoJ apuntarán a nuevos estímulos. En el primer caso, especialmente después de que la economía de Reino Unido creciera un 2,3% en tasa interanual durante el tercer trimestre. De hecho, Renta 4 cree que cualquier apoyo allí llegará por la vía fiscal. Mientras, el banco central japonés seguirá centrado en atajar los efectos perversos de los tipos negativos con su estrategia de controlar la curva de rendimientos. Recordemos que a principios de octubre, en su carta mensual, José Ramón Iturriaga, gestor de Abante, ya alertaba de que “un mundo con algo más de crecimiento del previsto, repunte de precios, bancos centrales en retirada ,y sobre todo si tenemos en cuenta el posicionamiento y dispersión en valoraciones de partida de los distintos activos, supone un terremoto en la renta fija que no por esperado va a tener menos consecuencias”. Habrá más estímulos que presionarán las yields a la baja Sin embargo, no todos los expertos dan por sentada la pérdida de protagonismo de las autoridades monetarias. Es el caso de Capital Economics. Su analista David Rees reconoce que la Fed deberá ‘pisar el acelerador’ de los tipos en el próximo par de años (más de lo que espera el mercado) y eso impulsará al alza las yields de la deuda estadounidense: creen que el 10 años alcanzará el 3,25% a finales de 2018, desde el 1,9% actual. Ahora bien, en el resto del mundo “el fin del ‘dinero barato’ no está tan a la vista”. Apuesta la firma por más estímulos tanto en Japón, como en Reino Unido y por parte del Banco Central Europeo (BCE). Esto mantendrá reducidas las rentabilidades de los bonos de estas regiones, destaca. La alternativa emergente Con todo, la precaución manda, pues a pesar de los bajos niveles de inflación, la posibilidad de una sorpresa al alza de la mano del petróleo mantiene alerta a analistas y gestores. “Somos muy cautos en la mayoría de los mercados de bonos core, especialmente en los del gobierno europeos con vencimientos más largos, y productos vinculados. El riesgo de que nos pegue la primera ola de miedos inflacionarios se sentirá más fuerte en el Viejo Continente”, advierte Simon Fasdal, jefe de renta fija de Saxo Bank. Reconoce este experto que “si viéramos un cambio importante en el sentimiento, todas las clases de bonos estarían en peligro, incluso los mercados emergentes, pero nuestras observaciones demuestran estos podrían operar más fuertemente que otras clases de bonos en un escenario de mayor inflación”. En primer lugar, explica, porque “unos mayores rendimientos mundiales serían un indicio de salud de la economía, que implicaría oportunidades para la mayor parte de los mercados emergentes”. Además, la “recuperación de 2016 fue más una cuestión de alcanzar a las otras clases de bonos”. Y, finalmente, “los patrones de correlación que prevemos no indican que sean la clase más vulnerable si las yields globales repuntaran repentinamente. Por el contrario, serían los bonos core los que recibirían los primeros golpes, ya que prevemos un mejor panorama para la economía global, que tendría un impacto positivo en las primas de riesgo crediticio”.