En una reciente encuesta elaborada por EFPA España, casi dos tercios de los asesores encuestados asegura que los cambios normativos que se avecinan con MiFID II son el detonante para la modificación del modelo de asesoramiento en España. Y hasta el 71,1% responde que los clientes de segmentos altos (banca personal o superior) estarían dispuestos […]
Dirigentes Digital
| 10 feb 2017
En una reciente encuesta elaborada por EFPA España, casi dos tercios de los asesores encuestados asegura que los cambios normativos que se avecinan con MiFID II son el detonante para la modificación del modelo de asesoramiento en España. Y hasta el 71,1% responde que los clientes de segmentos altos (banca personal o superior) estarían dispuestos a pagar explícitamente por el servicio, pero solo si perciben un valor añadido. Pero, ¿en qué consiste ese valor añadido? Para empezar, los expertos mencionan la rentabilidad que debe venir de la mano de una especialización y sofisticación del proceso inversor. Pero lograr mayores rendimientos no es, ni mucho menos, la base de ese valor añadido que se espera por el pago del servicio. En un reciente informe elaborado por el IEB, los autores explican que “hay otros factores críticos más allá de la rentabilidad”. Los expertos recuerdan además que en un mercado en el que al menos la mitad de los ingresos de las bancas privadas proviene todavía de las retrocesiones, “la duda es cómo cuantificamos ese valor añadido”. A juicio de los autores, que se han mantenido en contacto con todos los agentes implicados para la elaboración del estudio, ese valor “girará en torno al máximo intangible de la relación entre asesor y cliente, que no es otro que la confianza”. Siguiendo la opinión de algunos expertos, desde el IEB apuntan 4 puntos que pueden servir para cuantificar el valor añadido: