La reforma fiscal propuesta por el presidente de EEUU, Donald Trump, ha conseguido finalmente este martes la aprobación del Senado, después de que el Partido Republicano consiguiese unificar su postura ante la rebaja masiva de impuestos a empresas y particulares tras meses de división interna. El Senado, de mayoría republicana, aprobó el texto de la reforma fiscal por 51 votos contra 48, lo que implica que, después de ocho meses de negociaciones infructuosas, Trump ha recuperado el apoyo de su partido. El texto deberá ahora ser ratificado por la Cámara de Representantes en las próximas horas antes de entrar en vigor en 2018. La Cámara debe volver a votar el proyecto de reforma fiscal debido a que la votación de este martes quedó invalidada, tras realizarse tres cambios en el articulado de la propuesta impositiva de la Casa Blanca para evitar que se incumplan las reglas de procedimiento para los senadores. Para conseguir el respaldo en sus propias filas, Trump ha tenido que ceder terreno a sus críticos, por lo que la versión de su reforma que será finalmente aprobada combina las propuestas que los dos órganos parlamentarios del Congreso de EEUU, la Cámara de Representantes y el Senado, aprobaron en noviembre. La reforma tributaria reduce los impuestos federales sobre las empresas y sobre los ingresos personales de particulares con rentas medias y elevadas y supone el mayor recorte fiscal en 30 años. El coste para el erario público de esta medida ha sido estimado por la oficina presupuestaria del Congreso en 1,5 billones de dólares en diez años. La reforma fiscal incluye medidas como el recorte del Impuesto de Sociedades desde el 35% actual hasta el 21%, una deducción del 20% para propietarios de empresas y el establecimiento de siete tramos de impuestos sobre la renta individual, incluyendo una reducción de la tasa a los estadounidenses con mayores ingresos desde el 39,6% al 37%.
Asimismo, se contempla un impuesto a los beneficios generados en el extranjero de un 14%, con el que el Gobierno estadounidense busca que las empresas muevan hacia EEUU parte de los casi 2 billones de dólares que se estima que acumulan en sus filiales extranjeras.
La reforma fiscal impulsada por Trump no sólo ha contado con el rechazo de parte de su partido y de la oposición, sino que también se han opuesto a ella varios directivos e inversores de alto perfil, como Warren Buffetf, Larry Fink o Mark Cuban, que han pedido que no se reduzcan los impuestos a grandes fortunas como las suyas. Desde las filas republicanas, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, ha restado importancia a las dificultades internas para conseguir un consenso en el partido que permitiese aprobar la reforma y ha reiterado que esta medida permitirá que el PIB de EEUU crezca al 3% en los próximos años.
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