Aunque hasta ahora los peores escenarios en torno al Brexit no se han materializado, la economía británica (y la global) resiste este evento sin precedentes, mientras la Bolsa británica se beneficia del hundimiento de la libra, por el momento, el activo financiero que más se ha visto impactado, lo cierto es que la incertidumbre en […]
Dirigentes Digital
| 23 mar 2017
Aunque hasta ahora los peores escenarios en torno al Brexit no se han materializado, la economía británica (y la global) resiste este evento sin precedentes, mientras la Bolsa británica se beneficia del hundimiento de la libra, por el momento, el activo financiero que más se ha visto impactado, lo cierto es que la incertidumbre en torno a la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) está lejos de disiparse. En concreto, tal y como señala Bain & Company en su estudio “Is Your Supply Chain Ready for Brexit?”, las especulaciones “está creando un enorme dilema para los directivos de compañías con sede en el país. Mientras que algunas empresas están haciendo planes para mover la producción fuera, otras se están preparando para aumentar la inversión. Pero una cosa es cierta: esperar a tener una visión más clara del futuro es la opción más arriesgada”. Explica Thomas Kwasniok, experto en cadenas de suministro de la consultora y autor principal del informe, que basándose en su “extenso trabajo con clientes en el Reino Unido y en Europa, hemos visto que las compañías de mayor éxito planean el cambio incorporándolo en su proceso estratégico. Esto les permitirá moverse más rápido que la competencia cuando los detalles de Brexit estén claros, minimizando el riesgo en sus cadenas de suministro”. Actualmente, el objetivo es un Brexit ‘duro’, que incluiría una separación clara del mercado único de la UE y la unión aduanera. Este escenario, apunta Bain, plantea un gran riesgo para la rentabilidad de las empresas que operan en el Reino Unido. “Las alteraciones en las cadenas de suministro podrían reducir el beneficio neto de las industrias clave hasta en un 30% (…) Supondría un cambio en los aranceles estándar de la OMC (2%-10%) en todas las exportaciones e importaciones, un aumento del 10% del coste de la mano de obra en Reino Unido y una depreciación del 20% en la libra. Según su análisis, el mayor impacto negativo sería en los sectores de automoción, tecnología y retail. Las tiendas de alimentación, por ejemplo, podrían reducir sus beneficios entre 6.000 y 20.000 millones de libras esterlinas, aunque la mayor parte de esta disminución se podría ver compensada por un aumento de precios. El sector del automóvil y el de la tecnología podrían sufrir una caída de entre el 20% y el 35% en sus beneficios. Por otro lado, los exportadores netos de las industrias con un bajo arancel de la OMC, como la aeroespacial o la industria farmacéutica, caracterizadas por un mix de ventas y huella de producción global, y aranceles cero, podrían beneficiarse de un Brexit ‘duro’ debido a la depreciación de la libra y a una reducción de impuestos en el Reino Unido. Con todo, aunque ahora es una posibilidad menor, el Reino Unido todavía podría optar por un Brexit ‘suave’ con aranceles mínimos o inexistentes sobre el comercio con la UE. Sin embargo, en este caso, las empresas que comiencen a mover su fabricación o fuentes de abastecimiento fuera del país corren el riesgo de incurrir en una base de costes más elevada de manera innecesaria.