Las perspectivas para los tipos en niveles históricamente bajos es un asunto de máxima prioridad para los inversores. Los tipos bajos se derivan de un potencial de crecimiento anémico (envejecimiento de la población, producción débil) y el éxito de los bancos centrales a la hora de lograr una inflación predecible y estable. El equipo de […]
Dirigentes Digital
| 21 nov 2017
Las perspectivas para los tipos en niveles históricamente bajos es un asunto de máxima prioridad para los inversores. Los tipos bajos se derivan de un potencial de crecimiento anémico (envejecimiento de la población, producción débil) y el éxito de los bancos centrales a la hora de lograr una inflación predecible y estable. El equipo de análisis de BlackRock señala que existe otro factor que a menudo se pasa por alto: “un aumento estructural en la aversión al riesgo durante las dos últimas décadas. Esta aversión al riesgo intensifica el interés por la sensación de seguridad que confiere la deuda pública con un elevado nivel de liquidez”. Dicha prima de seguridad magnifica la caída de los tipos de interés y comprime las “primas de vencimiento de la renta fija“. Por ello, creen que los tipos de todos los bonos “subirán, si bien se estabilizarán en niveles muy por debajo de sus medias históricas”. Por otro lado, a medida que las economías a escala global siguen expandiéndose, esperan que los tipos “suban pero terminen estableciéndose en niveles muy por debajo de sus medias históricas”. El sentimiento humano también está contribuyendo a mantener los tipos en una horquilla determinada. A medida que los índices bursátiles se revalorizan hasta máximos históricos, desde BlackRock se han percatado de que los inversores “muestran una aversión persistente y creciente hacia el riesgo como consecuencia de la crisis financiera mundial de 2007-2008 e incluso la crisis asiática a finales de la década de 1990”. Además, la aversión al riesgo ha dado lugar a un repunte estructural del ahorro y ha intensificado el interés por activos seguros considerados refugio, especialmente la deuda pública estadounidense, la alemana y la japonesa. Esto ha generado un “prima de seguridad” en la renta fija que persistirá hasta que cambien las percepciones de los inversores, lo que probablemente no se producirá próximamente, dado que el envejecimiento de la población está generando preocupación acerca de la satisfacción de las necesidades de la jubilación. Irónicamente, la prima de seguridad, apuntan estos expertos de la entidad norteamericana, “podría beneficiar a los activos de riesgo, dado que los tipos bajos sugieren que la compensación del riesgo es elevada y justificada”.