El mercado pese al reciente repunte de la volatilidad sigue en niveles de estrés poco frecuentes. Demasiada tranquilidad prolongada que provoca el aplanamiento de los principales índices mundiales y que evita que los inversores sigan tomando más riesgos ante la falta de referencias claras para sostener las valoraciones con las que contamos en el entorno […]
Dirigentes Digital
| 04 jul 2017
El mercado pese al reciente repunte de la volatilidad sigue en niveles de estrés poco frecuentes. Demasiada tranquilidad prolongada que provoca el aplanamiento de los principales índices mundiales y que evita que los inversores sigan tomando más riesgos ante la falta de referencias claras para sostener las valoraciones con las que contamos en el entorno actual. Para justificar estos niveles y que al largo plazo se acumulen nuevas ganancias y más niveles de máximos históricos se necesitan episodios negativos que terminen por sanear el ánimo comprador de los últimos tiempos. Tanto es así que incluso dos analistas de Goldman Sachs, Christian Mueller-Glissmann y Alessio Rizzi, consideran que las bolsas necesitan un colapso como una recesión o incluso una guerra para seguir creciendo a posteriori. Esa ha sido generalmente la consecuencia de los 14 “momentos” de baja volatilidad similares al de ahora desde 1928, al menos en los mercados de renta variable, señalaron sendos expertos de Goldman Sachs. Estos períodos, en promedio, duraron casi dos años, presentaron picos de corta duración y se dieron cuenta de que la volatilidad del S&P 500 era por lo general inferior o igual a 10. Los movimientos en rangos más amplios se recuperaron en los activos durante la semana pasada y los inversores se están posicionando para un cambio más elevado, en parte debido a los temores de la restricción de los bancos centrales, tal y como exponen los analistas de Goldman Sachs. “Pero una ruptura sostenida es improbable sin una escalada en la incertidumbre o el riesgo de recesión”, señalaron. “Los picos de volatilidad han sido difíciles de predecir, ya que a menudo ocurren después de grandes eventos geopolíticos imprevisibles, como guerras y ataques terroristas, o colapsos económicos o financieros adversos y las llamadas incógnitas desconocidas (por ejemplo, el lunes negro de 1987)”, según Mueller-Glissmann y Rizzi. “Las recesiones y la desaceleración del ciclo económico han dado lugar históricamente a un alto régimen de volúmenes entre los activos”,añaden. Goldman Sachs sitúa las posibilidades de una recesión en los próximos dos años en un 25%. La baja volatilidad no es inusual y tiende a provenir de un contexto macroeconómico favorable con un fuerte crecimiento, pero puso la inflación y los tipos de interés, en un entorno similar a un escenario de lo que llaman “Ricitos de Oro”, indicaron Mueller-Glissmann y Rizzi. Los mercados han reflejado esto desde enero, con acciones alcanzando máximos históricos, un fuerte crecimiento global y la caída de los rendimientos de los bonos. El riesgo a los que se enfrentan los inversores a corto plazo es una consolidación, pero no hay transición hacia una “sostenida alta volatilidad, y para protegerse contra esto”, comentan los dos analistas. Desde su punto de vista hay que protegerse “a través de los spreads de colocación”.