En un año en el que se registraron unas rentabilidades sorprendentemente elevadas, podemos extraer una serie de lecciones sobre el papel que desempeñan el crecimiento sostenido, la reducida volatilidad y el riesgo político, entre otros. Richard Turnill, Director Mundial de Estrategia de Inversión en BlackRock, repasaba recientemente que en las últimas semanas, los bancos centrales […]
Dirigentes Digital
| 29 dic 2017
En un año en el que se registraron unas rentabilidades sorprendentemente elevadas, podemos extraer una serie de lecciones sobre el papel que desempeñan el crecimiento sostenido, la reducida volatilidad y el riesgo político, entre otros. Richard Turnill, Director Mundial de Estrategia de Inversión en BlackRock, repasaba recientemente que en las últimas semanas, los bancos centrales de los principales mercados desarrollados incrementaron sus previsiones de crecimiento para 2018, mientras que varios bancos centrales de los mercados emergentes endurecieron su política De esta manera, China ha anunciado esta semana su objetivo de crecimiento para 2018, lo que podría arrojar “algo más de luz sobre sus prioridades en materia de política. La reforma fiscal estadounidense afronta un plazo autoimpuesto”. El año pasado mostró una tendencia más alcista de lo que esperaban desde BlackRock. Las estimaciones de consenso sobre el crecimiento se alinearon con las nuestras y los beneficios a escala mundial se dispararon, pero “la magnitud de la rentabilidad de los activos nos sorprendió. La mayoría de las clases de activos registraron un comportamiento positivo, y muchas arrojaron rentabilidades de dos dígitos, tal y como muestra el gráfico siguiente”.
Los acontecimientos que despertaban la preocupación de muchos inversores a principios de 2017 —incluyendo la elección de un Gobierno de extrema derecha en Francia y una política comercial estadounidense de corte agresivo— no llegaron a materializarse.
El índice MSCI ACWI cerró en máximos históricos en 61 ocasiones, y la volatilidad real a 30 días del índice S&P 500 registró su nivel más bajo desde principios de la década de 1960.
Otras de las sorpresas que se pudieron encontrar en 2017 fueron “el descenso de la inflación y los rendimientos de los bonos a largo plazo que no registraron cambios”, incluso a pesar de la mejora de la economía, mientras que las criptomonedas “arrojaron unas rentabilidades de gran envergadura”.