Se ha impuesto una amenaza de EEUU de 60.000 millones dólares en aranceles a importaciones de China, en base a que no cumple las reglas del comercio mundial y distorsiona la competencia –en particular la propiedad intelectual-. Al mismo tiempo ha pedido a las autoridades chinas que ayuden a elaborar un plan para reducir el […]
Dirigentes Digital
| 03 abr 2018
Se ha impuesto una amenaza de EEUU de 60.000 millones dólares en aranceles a importaciones de China, en base a que no cumple las reglas del comercio mundial y distorsiona la competencia –en particular la propiedad intelectual-. Al mismo tiempo ha pedido a las autoridades chinas que ayuden a elaborar un plan para reducir el déficit bilateral en 100.000 millones dólares.
Nuestro escenario de crecimiento del PIB de EEUU al 3% este año está basado en las políticas pro-negocios de Trump, incluyendo reducciones de impuestos y estos acontecimientos revelan incoherencia. Pero consideramos que las amenazas pueden permanecer en el nivel retórico –con fines políticos internos, antes de las elecciones en EEUU de Noviembre -. Además, Trump navega aguas turbulentas, enfrentado a cuestiones como alta rotación del personal, investigación rusa y personales, por lo que la retórica comercial contra China puede ser una manera de distraer la atención.
Hay que tener en cuenta que una intensificación de la retórica y aplicación de políticas más proteccionistas pueden hacer descarrilar el impulso de los últimos meses. Si se trata de convicciones para un cambio de régimen profundo de la política comercial estadounidense, más allá de las elecciones, se activaría nuestro escenario alternativo de crecimiento económico mucho menor debido al efecto en el sentimiento empresarial e impactos directos e indirectos en la cadena de suministro y menor demanda global –incluso aumentando el riesgo de recesión a medio plazo-
Parece una estrategia negociadora, “de palo y zanahoria”,
El caso es que de momento parece una estrategia negociadora, “de palo y zanahoria”, es decir amenaza de nuevos aranceles y propuesta cooperativa al mismo tiempo. Incluso Trump desarrolla en su libro el “Arte del acuerdo” tácticas de negociación que implican presionar al principio para un acuerdo posterior. De ahí que preveamos que las amenazas comerciales se mantendrán sobre todo a nivel retórico. Esta posición más amistosa ya fue sugerida por Liu, recientemente nombrado viceprimer ministro de China, en su visita a Washington. Es un enfoque cooperativo paralelo al intento de Reagan en la década de 1980 de negociar cuotas de exportación con Japón, entonces exportador de rápido crecimiento. El actual representante comercial de EEUU, Lighthizer, de hecho, colaboró en ello.
Esperamos que los lobbies corporativos reaccionen
Además, esperamos que los lobbies corporativos reaccionen, incluyendo exportadores principales como los agrícolas (las exportaciones de soja a China son particularmente significativas). La industria petrolera también puede presionar, pues las exportaciones de petróleo a China han prosperado y los exportadores quieren mantener esa ruta comercial intacta. En segundo lugar, el partido republicano puede actuar como guardián. Es en general más pro-comercio que Trump y probablemente más reacio a protecciones comerciales. Adicionalmente Trump se preocupa por el comportamiento de la Bolsa -con frecuencia en Twitter, símbolo de sus éxitos-. Pero es improbable que las acciones se comporten bien en un clima de hostilidades comerciales o incertidumbre sobre aranceles, por lo que la volatilidad bursátil puede hacer que Trump se retracte.
China tiene fuertes incentivos para evitar una guerra comercial con EEUU
El caso es que China tiene fuertes incentivos para evitar una guerra comercial con EEUU, ya que necesita un entorno externo propicio a sus objetivos de política interna. Los próximos dos o tres años las prioridades incluyen des-apalancamiento de la economía, limpieza del medio ambiente y desinflación de la burbuja inmobiliaria. Estas políticas, beneficiosas a largo plazo, afectan a su crecimiento a corto plazo. Así que unas relaciones externas amistosas le son importantes, pues su sector exportador debe proporcionar amortiguación a la desaceleración de la demanda interna. Esto probablemente explica las reacciones relativamente contenidas a la retórica comercial de Trump hasta ahora.
Hay margen para un acuerdo.
Hay margen para un acuerdo. Beijing puede aumentar sus importaciones de energía de EEUU. Tradicionalmente ha dependido en gran medida del carbón, pero en su esfuerzo por reducir la contaminación ha tratado de adquirir energía más limpia, como gas natural. En la actualidad sus principales proveedores de gas natural licuado incluyen a Qatar, Australia y Malasia, pero puede aumentar las importaciones de EEUU. Además, hay margen para tarifas más bajas y mayor acceso a la inversión extranjera, pues los fabricantes de automóviles no pueden tomar una participación de más del 50% en empresas chinas, barreras que pueden eliminarse. Adicionalmente hay mucho espacio para aumentar las exportaciones de servicios de EEUU. China tiene un enorme superávit comercial con EEUU, pero déficit en servicios, demasiado pequeño para contrarrestar el de mercancías. Así que puede ofrecer un acceso mucho más amplio a su mercado a empresas extranjeras de servicios financieros, medios de comunicación e Internet.
Sin embargo, llegar a un acuerdo puede no ser fácil. Si EEUU aplica una tarifa global del 25% a todas las exportaciones chinas el impacto directo sobre la economía China puede ser 0,5% del PIB, con daño mucho mayor a algunas industrias con el tiempo e impacto desestabilizador en las cadenas de suministro, sin contar con que China tomara represalias. Sería un escenario “perder-perder” para ambos. Otro efecto indirecto sería que los mercados se asustaran, con endurecimiento generalizado de condiciones financieras, afectando ampliamente a la economía.