Lo que las amenazas esconden La semana pasada, las represalias de China sorprendieron claramente a los mercados. Dado que las exportaciones chinas a EE. UU. son cuatro veces superiores a las del país norteamericano a China, el gigante asiático parece arriesgar más en este proceso de «ojo por ojo». Aun así, creemos que el resultado […]
Dirigentes Digital
| 19 abr 2018
La semana pasada, las represalias de China sorprendieron claramente a los mercados. Dado que las exportaciones chinas a EE. UU. son cuatro veces superiores a las del país norteamericano a China, el gigante asiático parece arriesgar más en este proceso de «ojo por ojo». Aun así, creemos que el resultado más probable es que ambas partes inicien un dilatado proceso de negociación, en vez de una verdadera guerra comercial. Conviene no perder de vista que, hasta la fecha, no se ha concretado medida alguna: por ahora, se trata de una guerra meramente dialéctica. Si bien el esperado discurso que el presidente Xi dio en Boao el 10 de abril reveló pocas novedades, el tono más conciliador que ha adoptado el país asiático recientemente, podría ser un indicio temprano de que esta guerra dialéctica no se transformará en una comercial.
Dicho esto, resulta poco probable que la incertidumbre en este plano se disipe antes de las elecciones legislativas estadounidenses de mitad de mandato. Sin embargo, a largo plazo, el quid de la cuestión no es el cinturón industrial, sino la protección de la propiedad intelectual. Este asunto en concreto muestra una idiosincrasia más estructural, ya que afecta a la ambición de China de convertirse en líder mundial en el ámbito tecnológico, como, por ejemplo, en inteligencia artificial. Los valores tecnológicos han liderado las subidas en el actual mercado alcista y muchos creen que el país que gane la carrera tecnológica también se hará con el liderazgo económico mundial. Por tanto, la transferencia de propiedad intelectual de EE. UU. a China está pasando al primer plano. En última instancia, todo gira en torno a qué país será la primera economía mundial en los próximos diez años.
En nuestra opinión, el periodo de bonanza derivado del rápido crecimiento del comercio ha llegado a su fin y el tono más severo que han adoptado muchos países en materia de política comercial perdurará. La conclusión principal es que los beneficiarios de la globalización en el pasado no serán los que lleven el timón en el futuro. Cabe destacar que el índice de intensidad comercial global (el ratio actividad comercial/PIB) alcanzó su punto máximo hace ya algunos años. Las medidas proteccionistas ya estaban aumentando mucho antes del recrudecimiento de las recientes tensiones comerciales. Además, el progreso tecnológico (robótica) hace que internalizar la producción sea más conveniente. Por tanto, que el contexto sea menos favorable para el comercio no constituye ninguna novedad. Sin embargo, durante muchos años, el comercio ha contribuido al fortalecimiento del crecimiento mundial, del mismo modo que el «principio del fin de la globalización» está contribuyendo ahora al contexto de bajo crecimiento en el que nos encontramos.
Desde la perspectiva del mercado, creemos que el peor escenario, una verdadera guerra comercial, no se materializará, si bien esto no implica que el comercio proseguirá su curso habitual, ya que el nivel de proteccionismo probablemente aumente de forma más estructural. El principio del fin de la globalización ya ha quedado atrás.
La incertidumbre despertada por la guerra dialéctica acerca de las políticas comerciales no es la causa principal de la decepcionante rentabilidad de los activos de riesgo, pero sí un agravante. En nuestra opinión, el motivo fundamental de la actitud generalizada de aversión al riesgo es la combinación del endurecimiento de las condiciones monetarias y unos mercados que descuentan una situación idílica. El banco central más importante del mundo está elevando sus tipos gradualmente y la financiación en los mercados monetarios es cada vez más cara, al tiempo que la liquidez en dólares está disminuyendo. Esta es la verdadera cuestión que debería quitar el sueño a los inversores. Hay que tener en cuenta que la reciente ampliación de los diferenciales LIBOR-OIS refleja una o dos subidas de tipos más por parte de la Fed. Los obstáculos procedentes del plano monetario están cobrando impulso, y el mercado empieza a ser consciente de ello. Dicho esto, si se produjera una verdadera guerra comercial en forma de medidas concretas, ello podría constituir la gota que colma el vaso para unos mercados bursátiles en fase alcista ya de por sí debilitados.