Latinoamérica encuentra su razón de ser en la Península Ibérica. La relación entre los conquistadores españoles y portugueses de siglos atrás ha evolucionado desde la confrontación y los divorcios por la soberanía hasta llegar a lo que representa ahora: una oportunidad de crecer y de aprender unos de otros. Ese es, entre otros, el objetivo […]
InternacionalDirigentes Digital
| 08 nov 2018
Latinoamérica encuentra su razón de ser en la Península Ibérica. La relación entre los conquistadores españoles y portugueses de siglos atrás ha evolucionado desde la confrontación y los divorcios por la soberanía hasta llegar a lo que representa ahora: una oportunidad de crecer y de aprender unos de otros. Ese es, entre otros, el objetivo de las cumbres que se producen entre los gobernantes de las dos orillas del Atlántico.
Este 15 y 16 de noviembre se celebra la XXVI Cumbre Iberoamericana en Antigua Guatemala, la capital del estado guatemalteco, en la que el centro de la discusión será cómo conseguir una “Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”, lo que también es el título del encuentro. En todo caso, hay que tener en mente una característica de estas cumbres: “Nunca han sido un espacio de concertación política“, dice Juan Pablo de la Iglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe.
Desde su punto de vista, este tipo de eventos deben servir más para priorizar la cooperación que para acordar direcciones políticas. No obstante, cree que esta cumbre “por el momento y por el contenido” es importante. Así lo ha manifestado en la presentación de la Cumbre que ha tenido lugar en Madrid, y en la que ha participado junto a Mónica Bolaños, del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Guatemala Guatemala, y a la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, que representa a la Secretaría General Iberoamericana.
El cambio climático está en el centro del debate y, desde el punto de vista de Grynspan, es el momento de “apostar por las energías renovables” y mirar con “visión de futuro”. “La cumbre nos vincula a una agenda global”, afirma Grynspan, “y reivindica el multilateralismo en un mundo que tiende a la confrontación y a la fragmentación”.
Es por ello que para la secretaria “no tendría sentido ver dos bloques de países”, los de la Península Ibérica por un lado y los del continente americano por otro. Desde su punto de vista, los países de los dos lugares “han aprendido a cooperar” y a huir de la dicotomía entre países desarrollados y en desarrollo. Así, cree que estos cumbres han hecho evolucionar las conferencias hasta crear una comunidad de países.
En todo caso, reconoce que existen retos. Tiene claro que para que los resultados de las reuniones sean palpables tienen que acercarse a los ciudadanos. Además, Grynspan identifica la cuestión de género como otro de los desafíos. De hecho, un programa de becas de movilidad científica con una dotación de un millón de euros aprobada por España tiene como prioridad ese problema. “Es una brecha que tenemos que cerrar en nuestra región”, razona Grynspan.