Límites y riesgos de la política comercial de Trump

Desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump está demostrando su firme intención de cumplir punto por punto todo lo prometido en campaña. Las declaraciones de las últimas semanas del presidente y su equipo han reflejado una batería de medidas comerciales proteccionistas cuyo alcance es impredecible para los analistas. Por ejemplo, la intención de imponer aranceles del 45% a las importaciones chinas, que México pague el muro entre ambos países por esta vía, la acusación a Alemania de manipular el valor del euro o los ataques frontales contra organismos y tratados internacionales, como la OTAN o la Organización Mundial del Comercio (OMC). La incertidumbre ante el peligro de estas políticas y sus efectos fueron los asuntos a tratar en el debate «Trump y las consecuencias de una guerra comercial a escala global», organizado por el IMF Business School. Uno de los puntos clave destacados fue la posibilidad real de que el mandatario republicano cumpla las polémicas medidas anunciadas en los últimos días. En este sentido, los expertos coincidieron en que Estados Unidos es el único país con un sistema de separación de poderes real, donde tanto los jueces y tribunales como el senado tienen cierto margen para poner «freno» a las situaciones «irregulares», en palabras de Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica. Esto se materializó en el veto parcial de Ann Donelly, una jueza del distrito de Brooklyn (Nueva York) a la orden ejecutiva del presidente que limita la entrada de refugiados e inmigrantes de siete países mayoritariamente musulmanes. Sin embargo, el temor generalizado reside en que Donald Trump ponga en cuestión este sistema de «check and balance» y adopte unilateralmente «cualquier tipo de medida», ha explicado Félix López, economista, agente comercial internacional y cofundador del observatorio del Banco Central Europeo (BCE). La ejecución de medidas como los aranceles a China supondría, además, la salida de Estados Unidos de organismos como la OMC, que incluye en sus estatutos restricciones a incrementos superiores al 15% y por un periodo máximo de 150 días. En este sentido, Ramón Tamames ha señalado que no se percibe una amenaza real de que el país se retire del organismo, ya que supondría un «inmenso ridículo» para la tercera economía exportadora del mundo. En el hipotético supuesto de que esto ocurriera, los expertos prevén un impacto moderado; «la OMC seguirá y el liderazgo lo asumirá China«, ha añadido el catedrático. A las medidas proteccionistas de Trump se contraponen las últimas intervenciones del presidente chino, Xi Jinping, en el Foro de Davos defendiendo la libertad de comercio. Además, la economía asiática está teniendo mucho éxito en su transición de un modelo exportador a otro de consumo, ya que en estos momentos más de la mitad del comercio se queda en la región, por lo que se prevé que en pocos años supere a la primera economía mundial. Este razonamiento es aplicable al resto de organismos y acuerdos aludidos por el presidente estadounidense en sus discursos (ONU, OTAN, el acuerdo por el clima de París), que no sólo limitan las actuaciones del ejecutivo, sino que también incluyen cláusulas de permanencia. Entre los principales riesgos, el enfrentamiento directo con China y los cambios bruscos de cara al mercado son los más temidos por los analistas. La materialización de medidas contra la economía asiática desencadenaría «un contraataque» en respuesta que pondría en riesgo la estabilidad internacional. La situación del mercado chino es ambigua: por un lado, se trata del mayor consumidor a nivel mundial y tienen un peso cada vez mayor en relación a la propiedad intelectual (productos de alto valor añadido) y a la inversión. Por otro, el problema de los altos niveles de endeudamiento privado en la economía podría agudizarse si Estados Unidos decidiera dejar de comprar. «El comercio mundial ahora mismo es muy frágil y la prueba de fuego va a ser China», ha puntualizado Félix Lopez. El impacto de las políticas comerciales estadounidenses puede ser aún mayor en un contexto de ralentización de la actividad comercial internacional. Desde 2008, año en el que los intercambios mundiales alcanzaron su pico máximo sobre el PIB, se viene observando un «frenazo» de la globalización. La tasa de comercio mundial ha pasado de suponer el 31,5% al 29% sobre la actividad global. En este marco, cualquier cambio brusco en el statu quo podría provocar una nueva recesión a gran escala. «El problema son los volantazos, que pueden generar interrupciones en las cadenas de producción y distribución mundial», ha señalado Juan Ignacio Crespo, analista y estadístico.

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