Casi la mitad de todas las empresas que han cotizado en bolsa en 2019 lo han hecho por debajo de sus precios de oferta, lo que está haciendo perder dinero a sus inversores que empiezan a mostrarse desconfiados ante los riesgos de comprar ciertas ofertas públicas. Además, muchos, ante las señales de una próxima desaceleración […]
NacionalDirigentes Digital
| 17 dic 2019
Casi la mitad de todas las empresas que han cotizado en bolsa en 2019 lo han hecho por debajo de sus precios de oferta, lo que está haciendo perder dinero a sus inversores que empiezan a mostrarse desconfiados ante los riesgos de comprar ciertas ofertas públicas. Además, muchos, ante las señales de una próxima desaceleración económica, se muestran cautos ante las OPV volátiles. El paso de la propiedad privada a la pública se ha vuelto cada vez más difícil porque los inversores esperan más de las empresas “unicornio”, sobre todo las tecnológicas.
Para Santosh Rao, jefe de investigación de Manhattan Venture Partners, “las compañías necesitarán un camino claro hacia la rentabilidad si desean pasar de la financiación privada a los mercados públicos”. Michael Wilson, director de inversiones de Morgan Stanely, dijo a sus clientes que llegó “el final de los días de capital sin fin para las empresas no rentables”. Los mayores perdedores en el mercado de OPV en los últimos meses son compañías que afirman ser empresas tecnológicas, pero que realmente solo están utilizando la tecnología para mejorar un producto.
Entre ellas el servicio de transporte automóviles con conductor, Uber, que salió a bolsa en mayo de este año y que ha caído un 34%. Uber tiene una capitalización de mercado de aproximadamente 51.800 millones, en comparación con la última valoración como compañía privada que la situaba en aproximadamente 76.000 millones. En el segundo trimestre Uber anunció unas pérdidas de 5.485 millones de dólares.
Otra empresa “unicornio” del mismo sector, Lyft, que empezó a cotizar en el parqué neoyorquino en marzo, ha visto caer sus acciones casi un 50% y ahora cotiza a una capitalización de mercado de 12.000 millones, en comparación con la última valoración como compañía privada de aproximadamente 15.000 millones.
Las bicicletas estáticas de Peloton, que salieron a bolsa a finales de septiembre, abrieron un 6,9% por debajo de su precio de oferta, marcando el tercer peor debut comercial para una mega-OPI desde la crisis financiera, y hasta la fecha ha bajado aproximadamente un 10%.
La compañía Slack, que se ofrece como herramienta de comunicación en equipo, debutó en Wall Street en junio de este año y ha bajado un 41% desde su máximo entonces.
Mejor les ha ido a otros “unicornios”, que se autodenominan ‘de software’, y han mantenido sus precios de OPV durante todo el año.
Cloudflare (empresa para la seguridad y el rendimiento de websites) y Zoom Video (que ofrece un servicio de transmisión de video corporativo) están operando por encima de su nivel de oferta, con márgenes brutos del 81% y 77%, respectivamente, por encima del estándar del 75% para las compañías de software.
En concreto Zoom ha crecido a más del doble y consiguió un resultado positivo con un beneficio neto de cinco millones de dólares entre abril y junio. Y Pinterest (una red social de fijación de fotografías) ha hecho crecer su valor bursátil en un 40%.
Otras empresas consideradas “unicornios”, han dado marcha atrás antes de salir a cotizar en Wall Street, como el conglomerado Endeavour (agencia de talento de Hollywood), que canceló su salida a bolsa en el último minuto el 26 de septiembre, diciendo que evaluaría las condiciones del mercado para mejorar la oferta.
Y el más notorio, el intento fracasado de la salida a bolsa de WeWork, que pospuso su oferta pública indefinidamente y ha supuesto un punto de inflexión para el mercado.
La empresa matriz de WeWork, The We Company, solicitó retirar su oferta pública una semana después de que el fundador de la startup, Adam Neumann, renunciase a su cargo. Su potencial valoración de OPV cayó a los 10.000 millones, desde los 47.000 millones de dólares en los que se valoró en enero.
WeWork, que se fundó en 2010, ofrece espacios de alquiler de oficinas compartidas para negocios, especialmente para startups. Tiene 527.000 miembros y propiedades de ‘coworking’ valoradas en 50.000 millones de dólares. Actualmente tiene 528 localizaciones y opera en 111 ciudades en 29 países diferentes.
Las preocupaciones sobre la situación de WeWork aumentaron antes de que fuera prevista su cotización en el Nasdaq y los inversores pusieron en entredicho su modelo de negocio. Comenzaron a estudiar sus altos niveles de deuda, las pérdidas masivas y el ingente gasto de efectivo. En el primer semestre de 2019 registró unos beneficios de 1.540 millones y unas pérdidas de netas de 690 millones de dólares. La decisión de desechar la venta pública de acciones está ejercerciendo presión sobre WeWork para asegurar un financiamiento alternativo. La multinacional está negociando a la desesperada una inyección de capital similar a la cantidad que pretendía recaudar con su salida a bolsa para evitar su quiebra.
El banco japonés SoftBank, que lleva invirtiendo en la compañía desde 2017, anunció una inyección de capital de mil millones, que se sumarían a los 10.000 millones que ya invirtió anteriormente junto al fondo de inversión Vision Fund. Esto proporcionó un impulso de confianza pero no está siendo suficiente. Los bonos de WeWork están hundiéndose, cotizan a niveles que sugieren que la compañía se está dirigiendo hacia la insolvencia. Y su rentabilidad se se sitúa en el 13%. La empresa de ‘coworking’ está negociando con el banco estadounidense JPMorgan Chase un rescate de 5.000 millones de dólares.
Tras la OPV fallida el 30 de septiembre, WeWork busca recortar gastos, incluida la reducción de la fuerza laboral de su equipo. La empresa planea despedir al 13% de sus empleados, unos 2.000 trabajadores de una plantilla de 15.000 personas. Además, WeWork está vendiendo negocios secundarios, y ya ha dejado en tierra el avión de la compañía que ha puesto a la venta.
También pretende ir reduciendo el crecimiento del número de las propiedades de arrendamiento, mientras intentan recuperar la confianza de los inversores.
Analistas de JP Morgan y otros bancos involucrados con WeWork, como Goldman Sachs, creen que el negocio principal de la multinacional, proporcionar espacio de trabajo compartido para nuevas empresas y emprendedores tecnológicos, tiene futuro.
Pero otros piensan que sin una inyección de efectivo, WeWork podría quedarse sin dinero en unos meses ya que han proyectado que la empresa gastará varios miles de millones de dólares en los próximos años y, por lo tanto, debe seguir recaudando nuevos fondos con valoraciones favorables. Muchos opinan que lo ocurrido con WeWork muestra que los mercados públicos son más inteligentes que los inversores privados que se dejan llevar por en el bombo y platillo publicitario con que se venden estas compañías “unicornio”, y se preguntan si WeWork podrá superar esta gran crisis.
Un “unicornio” es un término utilizado en la industria del capital de riesgo para describir a una empresa tecnológica (generalmente startups de propiedad privada) de nueva creación que alcanza un valor de más de mil millones de dólares en alguna de las etapas de su proceso de levantamiento de capital y son B2C, es decir, desarrollan una estrategia comercial para llegar directamente al cliente o consumidor final. El término fue popularizado por primera vez en 2013 por Aileen Lee, fundadora de CowboyVC, un fondo de capital de riesgo en etapa inicial con sede en Palo Alto, California. Según Aileen Lee, las startups que lograron alcanzar la marca de mil millones eran “tan raras que encontrar como lo es encontrar un unicornio mítico”.
Lee explicaba en su artículo “Bienvenido al Club Unicornio: Aprendiendo de Startups de mil millones de dólares” que los primeros “unicornios” se fundaron en la década de 1990. Señaló que Alphabet era el súper “unicornio” con una valoración de más de 100.000 millones. Muchos otros “unicornios” nacieron en la década de 2000, aunque de ese periodo tan solo Facebook es considerado un súper “unicornio”.
El valor de las compañías “unicornio”, fundadas por emprendedores con una edad media de 34 años, generalmente se basa en cómo los inversores y los capitalistas de riesgo sienten que crecerán y se desarrollarán, por lo que todo se reduce a pronósticos a largo plazo. Esto significa que sus valoraciones no tienen nada que ver con la forma en que se desempeñan financieramente. De hecho, muchas de estas empresas rara vez generan ganancias cuando comienzan a funcionar.
Algunos de los “unicornios” actuales más populares con sede en Estados Unidos son: Uber, SpaceX, Airbnb, la compañía de videojuegos Epic Games, WeWork, Pinterest, Palantir Technologies, así como las de tecnología financiera Robinhood y Sofi. La revista Fortune ha creado una lista con más de 100 entradas de “unicornios” actuales.
CB Insights, por otro lado, registró en junio de 2019 a 360 empresas “unicornio” con un valor acumulado de 1.124 billones de dólares.
Otro de los grandes “unicornios” que ha comunicado sus intenciones de realizar una oferta pública en Wall Street el próximo año es la plataforma digital de alojamientos Airbnb. Su salida a bolsa, una de las más esperadas, podría realizarse como una ruta de cotización directa y no como una oferta pública de venta. Es un un proceso en el que no se crean nuevas acciones y evita a las empresas pagar millones de dólares en intereses a los bancos de inversión que les hubieran ayudado en su OPV. Tanto Spotify como Slack escogieron esta manera de listarse en Wall Street.
De acuerdo con distintos expertos, la mayor plataforma de alquileres turísticos del mundo está valorada entre 31.000 y 35.000 millones de dólares, y su OPV podría tener mejor aceptación porque sus cuentas son más estables que las de otros “unicornios”. En el segundo trimestre de 2019 Airbnb facturó más de 1.000 millones de dólares, aunque tendrá que demostrar a los inversores que su crecimiento les reportará nuevos y buenos ingresos.
La startup fue creada hace más de una década en San Francisco y al frente de la misma siguen hoy día sus fundadores: Brian Chesky, Nathan Blecharczyk y Joe Gebbia. La plataforma tiene siete millones de anuncios en 100.000 ciudades sobre distintas viviendas, aunque no en todas Airbnb es bienvenida y la compañía está teniendo problemas legales con las autoridades de algunos lugares que están regulando el alquiler de viviendas para turistas.