Productoras de riqueza a partir de productos y servicios básicos, ¿podrían esas firmas considerarse indicadoras de salud de las economías nacionales? Más allá de la respuesta a tal cuestión, su estatus y resultados durante la emergencia sanitaria muestran señales de consolidación de modelos digitales ante el deterioro de indicadores humanos. La pandemia ha colocado en […]
InternacionalDirigentes Digital
| 31 may 2021
Productoras de riqueza a partir de productos y servicios básicos, ¿podrían esas firmas considerarse indicadoras de salud de las economías nacionales? Más allá de la respuesta a tal cuestión, su estatus y resultados durante la emergencia sanitaria muestran señales de consolidación de modelos digitales ante el deterioro de indicadores humanos.
La pandemia ha colocado en primer plano una visión del mundo que extiende el uso de términos de salud del área médica a lo económico, social y ambiental, ámbitos en los que antes era habitual hablar de, por ejemplo, equilibrio, decadencia o auge. Creadoras de riqueza y motoras de la economía, las empresas vienen mostrando en esta crisis un desempeño que podría considerarse un indicador “saludable” en la economía de los países y parte necesaria del análisis y prescripción de tratamientos de recuperación.
La extinción de miles de firmas pequeñas y medianas y el surgimiento, como si fuera por generación espontánea, de nuevas y robustas estructuras en un ecosistema de matriz digital, son los efectos más inmediatamente visibles en este segundo año de emergencia sanitaria. De marzo de 2019 a hoy, las firmas centenarias de Brasil y México, las dos economías más importantes de Latam, no han dado señales de discontinuar sus actividades ni mucho menos en lo inmediato. Por el contrario, pasan por un proceso de transformación tecnológica y en la gestión de recursos humanos.
A continuación, una reseña de las empresas y grupos más característicos de los dos mayores países de la región y sus hojas de ruta para atravesar la crisis actual de la covid y llegar al “día después” tan fuertes e innovadoras como llegaron a ser a lo largo de un siglo o más de existencia.
“La mayor parte de las empresas familiares en Brasil fueron fundadas por inmigrantes”, dice Renato Bernhoeft, consultor hace 45 años para la transición de generaciones en la conducción de ese tipo de organizaciones, con más de 50 nombres que superan los 100 años de existencia.
Autor del libro “Empresas Brasileiras Centenárias” (2011), el especialista observa que en los sectores de agricultura, educación, salud y turismo -en los que predominan las empresas familiares- la participación del capital externo era muy fuerte hacia 2015 debido a “la mejora de la economía” de entonces.
Cinco años después, lejos de aquellos tiempos de prosperidad (a los que siguió una larga recesión, que se extiende hasta hoy), entre las 45 mayores fortunas brasileñas listadas por Forbes en 2020, el 51% pertenecían a familias que se encuentran entre la primera y la tercera generación de herederos.
Este año, la lista -publicada en abril- muestra un 62% de brasileños en el total de los latinoamericanos milmillonarios (con fortunas superiores a mil millones de dólares), que son un 86% más ricos que en 2020 “gracias a la recuperación de los mercados tras la pandemia”. No todos son centenarios, pero la mayoría son grupos familiares.
“Es un denominador común señalar que las empresas familiares han representado y representan la forma predominante de organización de los negocios en estos países”, dicen Paloma Fernández Pérez y Andrea Lluch en “Familias empresarias y grandes empresas familiares en América Latina y España”, libro de la Fundación BBVA, abordando el “capitalismo familiar” subyacente en la región.
Aunque es obvio mencionarlo, vale recordar que todas esas firmas vencieron la pandemia de gripe española (1918) y, para atravesar la actual diseminación de la covid, siguen planes de acción con responsabilidad social corporativa en los que tienen gran relevancia los conceptos organizacionales de la empresa digital inteligente y la humanización de los ambientes laborales, sean presenciales o remotos (Ver cuadro “En bolsa y hacia el futuro”).
El panorama de empresas de larga trayectoria y estructura actual de gran magnitud en el otro gran país de la región, México, remite también a familias con extensa trayectoria cuyos apellidos son fácilmente reconocibles en las compañías actuales, como Sada, Garza, Zambrano, Salinas, Slim, Barrera y Servitje, entre otros. En la lista de Forbes ya citada aparecen cinco familias con un patrimonio milmillonario que ha crecido significativamente en el primer año de la pandemia. Con el empresario de telecomunicaciones multirubro Carlos Slim a la cabeza (62.800 millones de dólares), el ranking se completa con Grupo México (minería, de los Mota Velasco), Grupo Salinas (TV, bancos, bolsa, internet, de Ricardo Salinas, con 12.520 millones de dólares), Grupo Bal (comercio, minería, seguros, finanzas, de Alberto Baillères González, con 6.400 millones de dólares) y Tresalia Capital (María Aramburuzabala, expresidente de grupo Modelo, con 5.800 millones de dólares).
Una característica en este país es que las empresas familiares y familias empresarias impulsan fundaciones filantrópicas con una visibilidad creciente desde inicios del siglo pasado que tienen similitudes – ¿tal vez por contigüidad?- con la tradición estadounidense. Es un fenómeno “difícil de reconstruir y valorar, porque se ha desarrollado en tradiciones y marcos legales muy diversos y porque en muchas ocasiones es difícil de deslindar de fenómenos paralelos como el auge del tercer sector o la responsabilidad social corporativa (RSC)”, señala Nuria Puig en su trabajo “Orígenes de las fundaciones familiares modernas en los países de habla española” (BBVA, 2015).
En la mayoría de los casos citados hasta aquí el caudal de fortunas se ha incrementado en el primer año de la pandemia de la covid. Entre los empresarios que elevaron su patrimonio, el caso más destacado es del brasileño Jorge Moll Filho, cuya fortuna creció un 465% (hasta 11.300 millones de dólares) a partir de adquisiciones de empresas en el sector más central de la pandemia, el de salud, precisamente. Por último, así como en cada crisis se ven ejemplos de éxito de empresas sintonizadas con el espíritu de época, en esta encrucijada humanitaria hay dos que son ejemplo de nuevos modos de administrar el dinero y de adquirir bienes de consumo en los nuevos tiempos: Nubank y Mercado Libre. El primero, un banco digital creado por el colombiano David Vélez (que declara un patrimonio de 5.200 millones de dólares) y el segundo la tienda de comercio electrónico creada por el argentino Marcos Galperin (6.100 millones de dólares).
En suma, en un continente en el que ocho de cada diez latinoamericanos son vulnerables, según la Cepal, han sido los sectores de salud, finanzas y consumo los más prósperos en el primer año de la pandemia y lo siguen siendo aún en lo que llevamos del segundo. Tales son los hechos. Si la buena salud que han mostrado esas empresas podrá trasladarse a los países es una respuesta que llegará con el tiempo. Por el momento, estos contrastes son toda una paradoja.
Entre las centenarias brasileñas hay que citar al menos a las que cotizan en bolsa, como Banco do Brasil (fundado en 1808 por el infante portugués Juan VI), Gerdau (aceros, 1901, por los alemanes Gerdau Johannpeter), SulAmérica (seguros, 1895, del español Don Joaquín Sánchez de Larragoiti), Hering (textil, 1880, los alemanes Hermann y Bruno Hering) y Alpargatas (calzados, 1907, del escocés Robert Fraser), además de otras tradicionales como Salton (vinícola, 1910, del italiano Antonio Domenico Salton), Matte Leão (té, 1901, de los locales Leão) y Karsten (textil, 1860, del alemán Karsten).
Algunas de las principales novedades anunciadas recientemente por estas empresas que revelan su visión de futuro son: exposición a criptomonedas replicando el Nasdaq Crypto Index (Banco do Brasil), economía circular, sostenibilidad y equidad de género (Gerdau en sus diversas operaciones), robots e inteligencia artificial para la gestión de siniestralidad (SulAmérica), expansión hasta 858 tiendas y digitalización con rediseño de la cadena de suministros (Hering), inversión en responsabilidad socioambiental (Alpargatas).