Según Alicia García-Herrero, del Banco Natixis, la actividad económica en Asia puede ralentizarse durante el segundo trimestre. Y una renovada incertidumbre en torno al virus, añade, también puede frenar la inversión dirigida a Asia. China, en el primer trimestre del año, creció un histórico 18%. Las fronteras se mantienen con controles estrictos desde 2020. Pero […]
InternacionalDirigentes Digital
| 19 may 2021
Según Alicia García-Herrero, del Banco Natixis, la actividad económica en Asia puede ralentizarse durante el segundo trimestre. Y una renovada incertidumbre en torno al virus, añade, también puede frenar la inversión dirigida a Asia.
China, en el primer trimestre del año, creció un histórico 18%. Las fronteras se mantienen con controles estrictos desde 2020. Pero un frenazo del PIB, de inmediato, dispararía las alarmas en torno a la deuda. La deuda china, en estos momentos, equivale al 269% del PIB. Esta deuda procede, principalmente, del consumo inmobiliario. El 64% del crédito concedido a las familias chinas ha sido para la adquisición de viviendas. Este elevado endeudamiento, junto con una desaceleración inesperada del PIB, podría elevar la ratio de deuda. Ahora bien, como China mantiene una posición acreedora neta con el resto del mundo, debe descartarse cualquier problema de solvencia.
Con todo, la laxitud monetaria preocupa en todos los rincones del mundo, incluida Asia. Los bancos centrales, eventualmente, deberán endurecer sus políticas monetarias (a riesgo de enfriar crecimiento e inversión). Y, si deciden continuar con la expansión monetaria sine die, favorecerán una asignación ineficiente del capital e inflarán las burbujas de activos.
El gobierno chino, contra todo pronóstico, augura un PIB de alrededor del 6% en 2021. Considerando el reducido crecimiento del año pasado, debido al COVID-19, todos los analistas consultados por DIRIGENTES esperan un 8%. En 2021, China también espera reducir su déficit público, al 5.8% del PIB. La inflación se mantendrá controlada en niveles inferiores al 2%. Y el superávit por cuenta corriente volverá a situarse sobre el 1% del PIB. Esto, sin duda, es un escenario relativamente estable a corto plazo. A medio plazo, los bajos tipos de interés han impulsado el crédito bancario un 6%, animando de esta forma la inversión. Pero esta inversión, a la espera de un consumo todavía bajo mínimos, debe ser productiva. Por último, los dobles dígitos de crecimiento de las ventas minoristas online muestran la consolidación de un nuevo modelo más resiliente en el actual escenario “COVID”. Sin embargo, considerando que algunos países asiáticos no alcanzarán la inmunidad de rebaño hasta 2025 (al actual ritmo de vacunación), todas estas previsiones siguen sujetas al riesgo latente derivado del COVID-19.