El mercado japonés siempre ha sido la eterna esperanza de los inversores, pero a menudo se han visto decepcionados con una economía que no termina de despegar, ni siquiera ayudada por el inédito programa monetario puesto en marcha por el primer ministro, Shinzo Abe, desde su llegada al Gobierno en 2012. Sin embargo, si se analiza la situación más allá de los grandes indicadores macroeconómicos, la realidad es que Japón esconde interesantes oportunidades para los inversores, aunque hay que ser muy selectivos. No en vano, deben tener en cuenta que cuando se invierte en este país no se está comprando el PIB sino compañías, cada una con sus particularidades y fortalezas.
De hecho, aunque el PIB nipón se ha mantenido prácticamente plano durante la última década, las ventas de las 500 mayores empresas del Topix (excluyendo las financieras) han aumentado un 2,3% anual. Esto se debe a que la mayor parte de las ventas de las grandes multinacionales japonesas proceden del extranjero. Al igual que su producción. En el caso de Toyota (como sucede con otras compañías de automóviles) más de la mitad de su producción se realiza fuera del país, ya sea en otras partes de Asia o Estados Unidos, por lo que esto no se refleja en el PIB nipón. Asimismo, esto también permite minimizar el impacto de los movimientos del yen, ya que el tipo de cambio solo influye a la hora de calcular el beneficio final, los procesos intermedios se realizan en la divisa del país de producción. Por esta razón, la actual fortaleza de la divisa nipona no está teniendo un impacto tan significativo en las compañías exportadoras como podría parecer a priori.
Sin embargo, el mercado no siempre tiene en cuenta este tipo de circunstancias y aunque es cierto que, al igual que el resto de mercados desarrollados, las previsiones de beneficios no son las más halagüeñas, las valoraciones de las compañías se encuentran en niveles muy bajos. El mercado cotiza con un gran descuento frente a Estados Unidos o Europa y mientras que el S&P 500 cotiza a un P/E (precio/beneficio) de 15 veces y el Stoxx Europe 600 de 14,1 veces, el Topix lo hace a 12,1 veces. En nuestra opinión, este descuento está injustificado porque las compañías cuentan con balances saneados, buena visibilidad, y buenos ratios. Además, es previsible que las empresas reactiven las recompras de acciones que quedaron paralizadas con las crisis, mientras que el pago de dividendos probablemente se mantenga estable.
A pesar de estas atractivas valoraciones, los inversores extranjeros están abandonando el mercado nipón. Por el contrario, los nacionales están entrando en el mercado en busca de una rentabilidad que en el segmento de renta fija es casi imposible encontrar. Así, las entidades financieras, las aseguradoras o el fondo de pensiones soberano, el mayor del mundo, han modificado su asignación de activos y se han convertido en compradores de renta variable. Cabe destacar este hecho, ya que estas entidades son inversores a largo plazo y aportan estabilidad al mercado, mientras que los inversores extranjeros son más oportunistas.
Joël Le Saux, gestor del fondo Oyster Japan Oportunities.
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