Alemania intenta calmar el creciente malestar de la sociedad con cheques regalo de todo tipo. Desde pensionistas hasta estudiantes reciben en estos meses dinero extra en su cuenta pero hay quien no está de acuerdo: “La verdad es que ni sé si lo necesito,” dice Irmgard Müller de 79 años. La abuela de cinco nietos […]
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| 05 dic 2022
Alemania intenta calmar el creciente malestar de la sociedad con cheques regalo de todo tipo. Desde pensionistas hasta estudiantes reciben en estos meses dinero extra en su cuenta pero hay quien no está de acuerdo: “La verdad es que ni sé si lo necesito,” dice Irmgard Müller de 79 años. La abuela de cinco nietos cree que el Gobierno alemán, que ya ofrece prestaciones sociales para los más débiles, no debería gastar tanto. Ella ahorra energía y electricidad como cultura de vida: “No solamente en tiempos de crisis. Mandamos ahora por miles de millones armas a Ucrania, ayudamos a los refugiados y damos regalos a todos sin pensar quién realmente lo necesita. No me parece serio lo que se está haciendo.”
En España, sin embargo, muchos ven con envidia que la coalición semáforo del SPD, los Verdes y el FDP haya acordado un tercer paquete de ayudas por valor de alrededor de 65.000 millones de euros. Con estos pagos extras se intenta evitar protestas y más crispación en la calle como la viven ya en otros países como en la República Checa. La inflación en Alemania se sitúa en el 7% y puede aumentar más en invierno, según temen muchos economistas. Las huelgas de diferentes grupos de trabajadores este verano han paralizado la nación exportadora en muchos sectores. En España, sin embargo, los sindicatos y la población están todavía relativamente tranquilos. El verano ha sido para muchos hoteles y restaurantes un éxito.
Cuando Scholz invitó a Sánchez hace unas semanas a la sesión de su Gabinete de ministros, hablaron de todo esto y de qué puede hacer España para ayudar a Alemania que durante décadas ha financiado parte de la industria española a través de los fondos europeos y rescatado en 2012 su sector financiero.
A diferencia de España, hasta ahora Berlín no ha decidido sobre un impuesto especial para ganancias extraordinarias y otras medidas de este tipo para tener un mejor control sobre la, por muchos alemanes acusada, especulación con los precios de alimentos, energéticos y del transporte. El canciller Scholz admira, en cierta manera, a su colega español porque ha tomado rápidamente decisiones en lugar de debatirlas durante meses como en Alemania donde se han equivocado hasta en el billete de transporte de nueve euros al mes para todos que ha llevado a un colapso de su red de ferrocarril que estaba ya al límite de su capacidad. Igualmente se han equivocado con la gasolina. Mientras en España el descuento se ofrece al consumidor, Alemania lo ha dado a los propietarios con la consecuencia de que ahora que se ha acabado el descuento el precio de la gasolina está otra vez por las nubes, rondando los 2 euros por litro.
Scholz necesita el gas de España para poder sobrevivir políticamente los próximos meses y también su apoyo en Bruselas, donde otra alemana amiga de Sánchez, Ursula von der Leyen, dirige la Comisión Europea. España cumple. Así, por Real Decreto y contra la oposición, el Gobierno español ha lanzado como primer país en Europa su plan de ahorro energético – un gesto que se apreció mucho en Alemania. Sin embargo, hay peligros en esta amistad que están muy vinculados al “Green Deal” de Bruselas, empujado por el Gobierno de Angela Merkel.
La eliminación gradual de la energía nuclear de Alemania después del desastre de Fukushima fue una decisión revolucionaria que afectó a toda Europa y ha liderado a la construcción del Nord Stream 2 y la idea del hidrógeno verde. Actualmente, Scholz tenía que anunciar que dos de las plantas de energía nuclear en su país se mantendrán a la espera como reservas de emergencia en caso de que la crisis energética empeore en los próximos meses. El nuevo CEO de la constructora industrial alemana Bilfinger, Thomas Schulz, cree que el compromiso de los alemanes en esta situación con las nucleares debe ser todavía mucho más claro: “Tenemos que dejar de lado los intereses ideológicos y actuar con cabeza”.
Últimamente los alemanes también habían rectificado su idea sobre el Midcat para jugar todas las cartas que pueden tener contra las amenazas de cortes de gas de Rusia, aunque este gasto por el momento se ha trasladado al debate en 2023. En la última reunión con Sánchez los alemanes han hablado también sobre el impuesto sobre beneficios extraordinarios que todavía no se cobra por la oposició de los liberales en el Gobierno.
Sin embargo, el CEO de Hapag Lloyd, Rolf Habben Jansen, ha dicho en una entrevista en el diario Handelsblatt que está dispuesto a pagarlo si se cobra a todas las líneas de shipping en Europa. Al mismo tiempo la industria pesada del país que ya estaba mal antes de la crisis como ThyssenKrupp espera del Gobierno alemán la ayuda, con paquetes financieros, para cumplir con la transformación verde. “Es una situación muy compleja y complicada,” reconoce el docente de economía de la escuela de negocios IESE, Javier Díaz-Giménez. Él es optimista respecto a que las renuncias por parte de los hogares serán solamente temporales y positivas a largo plazo: “Ahorrar un poco de energía y ser un poco más conscientes de nuestro consumo y nuestro medio ambiente nos viene bien a todos.”
Sin embargo, son las empresas españolas las que invierten ya en fábricas de baterías, de coches eléctricos e hidrógeno verde. El país ya tiene la infraestructura pero el físico Antonio Turiel, del CSIC en Barcelona, cree que no podría sustituir con hidrógeno verde los actuales niveles de combustible fósil: “Es utópico, solamente pensando en que sustituyamos todos los coches de gasolina y Diesel que tenemos por coches eléctricos sería un esfuerzo energético inalcanzable.” Además, España se queda con cada vez menos agua por el cambio climático. Para producir un kg de H2 son necesarios 9 kg de agua y 60 kwh de energía eléctrica, dicen desde Iberdrola. Las plantas de producción de H2 por electrólisis pueden utilizar diferentes tipos de agua, pero no debería ser del mar.
Normalmente las plantas de hidrógeno cuentan con un proceso de tratamiento previo para garantizar que el agua que llega al electrolizador tiene la pureza necesaria. Iberdrola reconoce que su planta en Barcelona de hidrógeno verde funciona gracias al mecanismo “Connecting Europe Facility”, que apoya proyectos de movilidad sostenible. Su fábrica en Puertollano está en la fase final de obtención del sello IPCEI lo que le permitiría acceder a las subvenciones necesarias para asegurar la operación de la planta. En caso de no conseguir subvenciones, la planta podría quedar sin operar. Para Müller, que ha vivido los tiempos de la postguerra en Alemania, todos se han vuelto locos con prestaciones y subvenciones para todo: “Yo no gasto más que ingreso y la calefacción no la pongo muy alta, no tengo aire porque es malo para la salud y cada mes hago mi contabilidad. ¿Cómo lo hace el Gobierno, como vamos a pagar todas estas deudas?” Comparado con España, Alemania está en una situación más cómoda a nivel financiero pero sus deudas públicas también llegan ya a casi el 70% del PIB con una recesión en la puerta.