El pasado 21 de septiembre entró en vigor la nueva Ley de Chips de la Unión Europea (UE). Esta legislación pretende reforzar la competitividad y la resiliencia de Europa en tecnologías y aplicaciones de semiconductores, y contribuir a lograr la transición tanto digital como ecológica. Lo hará fortaleciendo el liderazgo tecnológico de Europa en este […]
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| 02 oct 2023
El pasado 21 de septiembre entró en vigor la nueva Ley de Chips de la Unión Europea (UE). Esta legislación pretende reforzar la competitividad y la resiliencia de Europa en tecnologías y aplicaciones de semiconductores, y contribuir a lograr la transición tanto digital como ecológica. Lo hará fortaleciendo el liderazgo tecnológico de Europa en este campo
La reciente escasez mundial de semiconductores en 2021 obligó al cierre de fábricas en diversos sectores, desde automóviles hasta dispositivos sanitarios. Este incidente, que provocó el retraso en la entrega de productos en la UE, hizo más evidente la extrema dependencia global que tiene la cadena de suministros de los semiconductores de un número muy limitado de actores y de las complicaciones que puede suponer en un contexto geopolítico complejo.
Los resultados de la Encuesta sobre chips, elaborada por la Comisión Europea, destacaron que la industria espera que la demanda de chips se duplique para 2030, lo que refleja la creciente importancia de los semiconductores para la industria y la sociedad europea.
La propia Ley de Chips debería generar inversiones públicas y privadas adicionales de más de 15.000 millones de euros. Estas inversiones complementarán programas y acciones existentes en investigación e innovación en semiconductores, como Horizonte Europa y el programa Europa Digital. En total, más de 43.000 millones de euros de inversión respaldarán esta legislación hasta 2030 lo que, previsiblemente, se complementará con inversión privada a largo plazo.
La Ley de Chips propone inversiones en tecnologías de próxima generación, proporcionar acceso en toda Europa a herramientas de diseño y líneas piloto para la creación de prototipos, pruebas y experimentación de chips de última generación. También plantea procedimientos de certificación de chips fiables y energéticamente eficientes para garantizar la calidad y la seguridad de aplicaciones críticas y un marco más favorable para los inversores para favorecer el establecimiento de fábricas en la UE. En el ámbito empresarial, apoya a las organizaciones innovadoras de nueva creación, en expansión y a pymes para acceder a financiación mediante acciones, así como el fomento de las capacidades y el talento en torno a la escasez de perfiles profesionales.
En su discurso sobre el estado de la Unión de 2021, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, estableció la visión de la estrategia europea, que busca crear un ecosistema europeo que favorezca la fabricación de chips de última generación. Esto incluirá la producción, así como la conexión de las capacidades de investigación, diseño y prueba de primer nivel dentro de las fronteras de la UE. En el mismo discurso, pero un año más tarde, von der Leyen destacó que la primera ‘gigafábrica’ de chips en Europa comenzará a construirse en Magdeburgo, Alemania. Intel, la compañía dueña de este complejo, invertirá 17.000 millones en este complejo.
A este centro, hay que sumar el que la misma compañía anunció en junio de este año en Polonia, con una inversión de 4.600 millones de euros y a la que ya tenía (y amplió a principios de 2022) en Irlanda. Asimismo, STMicroelectronics y GlobalFoundries anunciaron el año pasado la construcción de la primera fábrica de semiconductores en suelo francés, que se prevé que esté lista en 2026 y dé trabajo alrededor de 1.000 personas.
En España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en 2022 un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) dotado de 11.000 millones de euros de inversión para impulsar este sector. De etsa manera, el Ejecutivo busca que se construya dentro de nuestro país al menos una fábrica de más de cinco nanómetros.