Desde la firma, y siempre en el contexto de la renta fija, los expertos observan tres grandes temáticas que moverán los mercados en 2017: La llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense, los riesgos en la deuda corporativa y evitar “seguir al rebaño”. Respecto a la reacción del mercado tras la victoria de Trump, McKenie no considera que la renta fija se encuentre ante un punto de inflexión. A pesar de reconocer que a corto plazo en los tipos de la deuda pública la tendencia es alcista, las tendencias a largo plazo como el bajo crecimiento económico y el envejecimiento de la población son potentes pilares fundamentales y técnicos para el mercado de bonos. Sin embargo, el mayor lastre para los rendimientos es la deuda. “El endeudamiento de las economías desarrolladas está en máximos históricos, por lo que la gran pregunta no es cuánto subirán los rendimientos, si no cuánto puede soportar la economía mundial”, advierte. El experto no se olvida de los bancos centrales en este escenario. Y es que pese al nuevo inicio de subidas de tipos en EEUU, auguran que las políticas expansivas se mantendrán en Europa y, sobre todo, Japón. “En general, aunque las señales a corto plazo apuntan a subidas de los rendimientos, esperamos una combinación de políticas monetarias expansivas en todo el mundo y una reafirmación de las fuerzas a largo plazo que actuarán como tope para los rendimientos de la deuda pública en 2017”, indican desde Fidelity.
SÓLIDAS RENTABILIDADES EN LO QUE VA DE AÑO
Deuda corporativa Para el experto, la duración del ciclo crediticio actual ha sobrepasado incluso las expectativas más optimistas, desafiando el incremento constante del apalancamiento empresarial y el menguante crecimiento de los beneficios empresariales en todo el mundo. “En cierto modo, la política monetaria superexpansiva ha conseguido retrasar, incluso posponer, el aumento de los impagos y revisiones a la baja de las calificaciones que cabría esperar a estas alturas del ciclo. No obstante, esperamos que los inversores ávidos de rendimientos sigan dejando atrás la deuda pública y entrando en deuda corporativa en 2017”, asegura. Así, apuntan a los bonos de alta calidad crediticia o investment grade como su segmento preferido, “si bien los bonos de alto rendimiento o high yield mantienen su atractivo desde la perspectiva del carry”. Por el contrario, la volatilidad desencadenada por las elecciones estadounidenses “nos hace ser cautos sobre la deuda de los mercados emergentes, a la espera de que los precios se vuelvan más atractivos más adelante”. A su juicio, las empresas estadounidenses son las que más muestran los denominados “espíritus animales” y el resultado de las elecciones podría alargar el ciclo, ya que las empresas van a beneficiarse de rebajas de impuestos y oportunidades para repatriar tesorería aparcada en el extranjero. “Las empresas europeas marchan por detrás en el ciclo, en un punto en el que la debilidad nominal de la economía y el deterioro de los beneficios han deprimido la asunción de riesgos y la confianza empresarial. Eso genera poco interés en elevar el apalancamiento de los balances, a pesar de las favorables condiciones de financiación”, indica el experto. Frente a las ventajas para esta clase de activo de las compras del BCE, McKenie advierte que el principal riesgo es un contagio desde los mercados de deuda pública. “El repunte de los rendimientos de la deuda pública podría erosionar las rentabilidades totales de los bonos corporativos, lo que provocaría una espiral negativa de salidas de capitales”; advierte. Gestionar el riesgo de tipos Para afrontar el reto de los bajos rendimientos en la deuda pública, el experto aconseja acortar la duración, pero sólo si los tipos suben por encima de lo que descuenta el mercado y si se acierta de pleno con los momentos de entrada y salida del mercado. “Un aspecto importante de esta estrategia es que concentra las carteras hacia el riesgo. Con menor duración, una cartera se comporta más como un activo de riesgo, lo que cabría calificar como un enfoque agresivo en esta fase tan tardía del ciclo”, asegura. Así, y en lugar de eso, apuesta por los inversores deberían adoptar una combinación de tres estrategias para gestionar mejor el riesgo de tipos de interés: 1) diversificar las fuentes de duración para aprovechar las variaciones de los ciclos de tipos de interés en los diferentes países; 2) añadir duración real a cambio de duración nominal (es decir, sustituir los bonos nominales convencionales por bonos indexados a la inflación); y 3) usar la deuda corporativa para diversificar el efecto de la duración. “Aunque no es la panacea, esta combinación puede amortiguar la verdadera sensibilidad a los tipos de interés de una cartera sin dejar de lado los rasgos defensivos que generalmente brinda la duración”, indica.
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