Hacia dónde va la deuda de EEUU

La escalada protagonizada por la deuda estadounidense desde mediados de año no pasa desapercibida para nadie, sobre todo si tenemos en cuenta que, tras la elección de Donald Trump como presidente, el movimiento se ha acelerado, más de la mano de la ‘nueva postura’ adoptada por la Reserva Federal (Fed). Y con un data point sobre la mesa que conviene tener presente: Japón ha adelantado a China como principal acreedor de Estados Unidos. Un contexto que ha llevado a Capital Economics a revisar al alza sus previsiones para el bono a diez años norteamericano hasta una rentabilidad del 3,5% a finales de 2017 y del 4% para el cierre de 2018, lo que supone un incremento de 50 y 75 puntos básicos, respectivamente. La firma se reconoce “aún más bajista” respecto a este activo porque considera que el banco central estadounidense endurecerá su política monetaria más de lo que espera el mercado. Reconoce que el consenso ha revaluado sus perspectivas sobre los tipos tras la victoria del magnate republicano, pero aún se sitúa por debajo de sus estimaciones que apuntan a unos tipos en el 2,625% a diciembre de 2018. Por otra parte, apunta a que “los inversores exigirán una mayor compensación ante la propia incertidumbre política derivada de la Administración Trump”. Uno de los riesgos principales, destacan estos expertos, es su actitud hacia las decisiones de la Fed, “si se entromete en su independencia, las rentabilidades podrían aumentar sustancialmente”. Finalmente, creen que “un giro en el equilibrio entre la oferta y la demanda de la deuda estadounidense contribuirá a presionar al alza las yields”. Explican que “la oferta aumentará considerablemente si hay una expansión fiscal sustancial, mientras que la demanda ya no es lo que era en el pasado”. Por ejemplo, detallan, “la Fed ya no está añadiendo bonos del Tesoro (podría incluso empezar a vender dependiendo de los futuros nombramientos de Trump). China está agotando sus reservar para apoyar al yuan frente a la escalada del dólar. Y el apetito extra de los bancos como resultado de la presión regulatoria parece saciado”. Con todo, reconocen que “no todo es fatalismo”, pues es “improbable que la inflación se dispare y la carga de deuda seguirá siendo manejable (…) mientras los tipos bajos persistentes en el resto del mundo o la huida hacia refugios seguirán limitando los ascensos”. Coincide Mitul Patel, responsable de tipos de interés de Henderson, al señalar que “este momento esperamos que las curvas de rendimientos se inclinen a partir de ahora, en especial en el segmento inferior a los cinco años de la curva de rendimientos de la deuda pública estadounidense, donde los mercados aún tienen que descontar un panorama de política monetaria mucho más incierto con el gobierno de Trump”. Mientras, el responsable de renta fija de la gestora, Philip Apel, recuerda: “Los mercados de renta fija han trazado una espectacular evolución alcista durante los 30 últimos años, la cual ha culminado en que una proporción sustancial de deuda pública de todo el mundo ofreciera rendimientos negativos el pasado año. Es prácticamente imposible concebir que este activo ofrezca durante los próximos años rentabilidades similares a las que ha registrado en los últimos. De hecho, la tendencia hacia el populismo en los mercados desarrollados y el giro de política monetaria a política presupuestaria bien podrían traducirse en mayores yields de los bonos y rentabilidades negativas para los inversores en renta fija”. Ante esta situación recomienda “mostrarse selectivos (…) y, si bien las perspectivas para la renta fija podrían resultar más complicadas que en años pasados, existen segmentos dentro de esta clase de activo como los préstamos garantizados y ámbitos del mercado de deuda corporativa que ofrecen valor a los inversores más a largo plazo”. Finalmente, desde Ethenea Independent Investors, Guido Barthles e Yves Longchamp, llaman a la calma, pues no creen que el mercado alcista de bonos haya terminado: “Aún le queda mucha vida. Aunque eso no quiere decir que los rendimientos de la deuda pública alemana a 10 años no puedan aumentar entretanto al 1,5% o los bonos del Tesoro estadounidense vuelvan a situarse en el 3%. Pero esto sucedería en el marco de los movimientos al alza y a la baja habituales de los mercados”, concluyen.

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